miércoles, 29 de agosto de 2012



¿QUÉ ES UN PACTO DE SANGRE?

A. Definición.
1.       Convenio o contrato entre dos personas o sociedades sellado con sangre.
2.       Es el más cercano, más durable y más sagrado pacto conocido por el hombre.
3.       Una forma de enlace o unión indisoluble.

B. El más antiguo pacto conocido por el hombre.
1.       Muchos estudiosos creen que comenzó en el jardín del Edén.
2.       Dios sacrificó animales para cubrir la desnudez de Adán y Eva, Gn. 3:21
3.       La sangre de los animales cubrió sus pecados, He. 9:22.

C. En la Biblia, sellado con sangre simboliza dar vida.
1.       No simboliza muerte, Lev. 17:10-14.
2.       La muerte en sí misma no necesariamente significa algo.
3.       Importante dar la vida por otro, Jn. 15:13

D. Convenio ilimitado.
  1. Todas las cualidades. Deudas, obligaciones y talentos son propiedades individuales.
    1. Deudas pertenecientes a un socio compartidas por el otro.
    2. Cualidades propias de un socio compartidas por el otro.

  1. Hoy en día muchos contratos son de naturaleza limitada.
    1. Ejemplo: Un contrato de pintar la casa no incluye trabajo de electricidad.
    2. Un pacto de sangre es un contrato ¡limitado concerniente a todas las áreas de la vida.

E. Contrato irrompible.
  1. Perfectamente sagrado entre toda la gente primitiva. Es universal entre toda la gente a lo ancho del mundo.
  2. Donde se practica, se opina que no se ha quebrado nunca.
a.        La pena de romper un contrato es la muerte.
b.       Los propios miembros de la familia buscarán a la persona que rompió el pacto de sangre, para matarle.



RAZONES PARA ENTRAR EN UN PACTO DE SANGRE.

A. Protección.
1.       Del más fuerte hacia el más débil,
2.       Una persona débil o una tribu entra en el pacto con más firmeza, con el objetivo de protección.
a.        Atacar a un miembro del pacto era atacarlos a ambos.
b.       El otro miembro saldría en su defensa.

B. Para fines comerciales.
  1. Los hombres de negocios no rompen el pacto, así ninguno toma ventaja del otro.
  2. Los ladrones entran algunas veces en este tipo de pactos para asegurarse protección de otros compañeros ladrones.

C. Por amor.
1.       El amor es la principal razón para celebrar el pacto.
2.       Jonatan y David celebraron un pacto por amor, 1 S. 18: 1 -4.
3.       Algunas veces se celebra entre cónyuges, pues simboliza un lazo irrompible.

FORMAS DE HACER FLUIR LA SANGRE.

A.       Cortando la palma de la mano de cada uno de los contrayentes y estrechándolas entre sí.
1.       Origen de darse la mano para saludar.
2.       Los socios se daban las manos cortadas para que se mezclara la sangre de ambos.

B.       Cortarse las muñecas y juntarlas para mezclar la sangre.

C.       Cortarse las muñecas y mezclando la sangre con una copa de vino.
1.       Cada socio tomaba la mitad de la mezcla vino-sangre.
2.       No escrito.
a.        Lev. 17:10-14.
b.       Se cree que esto es el origen del canibalismo.

D.       Sustituyendo sangre de un animal por sangre humana, Aceptado en tiempos del  Antiguo Testamento: Dios aceptó sangre de animales para cubrir pecados humanos.

PASOS PARA ENTRAR EN UN PACTO DE SANGRE (ocho pasos normalmente seguidos).

A. Intercambio de ropas, Jonatan y David intercambiaban ropas.

B. Intercambio de armas.
1.       Esto significa que toda la fuerza y habilidad de guerra es compartida.
2.       Nosotros tenemos el poder y la habilidad de Dios de nuestra parte, 2Co. 10:4.
3.       La armadura completa de Dios está disponible para nosotros. En Ef. 6:10-18.
4.       Por nuestro pacto tenemos derecho a toda la protección que el cielo da.

C. Intercambio de nombres.
1.       Cada persona toma parte del nombre de otra persona, Ef. 3:14-15.
2.       Las personas con el pacto tienen toda la autoridad de usar el nombre del copartícipe.
3.       El nombre de Jesús es nuestro nombre de pacto.

D. Hacer fluir la sangre.
1.       La palabra hebrea usada en la Biblia es «Berith» y significa: Cortar donde la sangre fluye o hasta que la sangre fluya.
2.       Derramamiento de sangre esencial es sello del pacto, Gn. 17:10; Ro. 4:11-12.
3.       Después de que se ha hecho la cortada, ceniza y otra sustancia se fricciona en la cortada para formar una cicatriz visible.
4.       Esto marca al participante para que así lo puedan identificar.
5.       La persona que celebra un pacto es llamada «cabeza del pacto» y el pacto cubre no sólo a las cabezas sino a toda la familia y para todas las generaciones.

E.  Repartiendo los animales.
1.       Un animal era cortado a la mitad como parte del ritual del pacto.
2.       Las mitades eran colocadas en el suelo y los socios caminaban entre los pedazos en forma de «8».
3.       La forma de «8» es un símbolo de infinito: pacto para siempre.

F. Pronunciación de bendiciones y maldiciones.
1.       Cada socio pronunciaría las bendiciones y maldiciones al otro socio Dt. 28.
2.       Bendiciones por obediencia a las reglas del pacto, maldiciones por desobediencia a las mismas.
3.       Dt. 28 describe una lista básica de bendiciones y maldiciones.

G. Estableciendo un monumento conmemorativo.
1.       Los socios edificarán o harán algo para recordarse de su pacto.
2.       Ejemplos usados históricamente.
a. Piedra grande, Gn. 31: 44-45.
b. Montón de piedras, Gn. 31:46-49,51.
c. Piedra en la cual los socios escribieron el pacto.
d. Intercambio de ovejas u otros animales, Gn. 21:28-30.
e. Sembrando árboles conocidos de larga vida, Gn. 21:33.
3.       Cualquier combinación podría ser usada.

H. Comer la comida del pacto, Gn. 31:46.
1.       1. Pan y vino era la comida tradicional del pacto.
2.       2. El pan representa el cuerpo y el vino la sangre.


NUESTRO PACTO DE SANGRE CON DIOS

A. ¿Por qué es necesario que hagamos un pacto de sangre con Dios?
1.       Dios le dio autoridad a Adán sobre esta tierra (Dios hizo a Adán como amo de esta tierra) Gn. 1:26-28; Sal. 8:5-6.
2.       Dios le dio al hombre libertad de elección.
a.        Adán escogió desobedecer a Dios, Gn. 2:19; 3:6.
b.       b. El dio su autoridad a Satanás, Lucas 4:6; 1 Juan 5:19.
c.        Su espíritu murió en ese momento (separación de Dios).
d.       Al mismo tiempo, maldición de pobreza, enfermedad y muerte cayó sobre la humanidad.

B. Dios quería comunión con el hombre.
1.       El puso a funcionar un plan para regresar al hombre a comunión consigo mismo.
2.       En Abraham, Dios encontró a un hombre que confiaría en él.
3.       Dios no podía destruir a Adán y formar a otro hombre del polvo de la tierra.
a.        La tierra y todo lo que en ella había todo pertenecía a Satanás.
b.       Dios ya no podía usar polvo de la tierra porque ya no le pertenecía ni a El ni a su hombre.
4.       Dios tenía que traer al segundo Adán (Jesucristo) a la tierra. Un hombre causó la caída, un hombre tenía que redimir a la humanidad.

C. Dios encontró a Abram a un hombre con quien podía trabajar.
1.       Dios dialoga con Abram, Gn. 12:1-3.
2.       Abram tenía 75 años cuando Dios se le apareció por primera vez.
3.       Dios le dijo a Abram que dejara casa, tierra y parientes. El creyó (confió) a Dios y se marchó (actuó en fe).
4.       Dios promete muchas cosas a Abram, Gn 12:2-3, y Abram le creyó a Dios.

D. Dios hace pacto de sangre con Abram.
1.       Gn. 15:1-18, encontramos pacto de sangre entre Dios y Abram.
2.       vs. 1. Dios dice que El será el escudo de Abram y le dará gran recompensa.
a.        vs. 2, pregunta Abram a Dios.
b.       vs. 4-5, Dios contesta a Abram.
c.        vs. 6, Abram creyó y le fue contado por justicia.
3.       vs. 7-15, Dios expone lo que hará con Abram.
4.       Abram preguntó cómo podría saber que Dios haría eso,
5.       Dios le dijo Abram: «tráeme un becerro».
a.        Esto se refería al pacto de sangre.
b.       El pacto de sangre era bien conocido por Abram.
c.        Abram supo que Dios hablaba en serio.
d.       Abram estaba seguro que Dios cumpliría su palabra.
6.       Abram trajo los animales y los sacrificó.
a.        vs. 11, Abram ahuyentó a las aves de rapiña.
b.       Las aves de rapiña representan al diablo quien roba la palabra.
c.        Dios hijo estaba operando como otro miembro del pacto para caminar entre los pedazos con Dios Padre.
7.        Abram cayó en su sueño profundo.
a.        Gn. 15: 17, el horno humeante y la antorcha de fuego pasaron entre los pedazos.
b.       El horno humeante es Dios Padre, Ex. 19:18.
c.        La antorcha de fuego es Dios hijo, Sal. 119:105; Ap. 21:23.
8.       Dios Padre y Dios Hijo caminaron entre los pedazos.

E. ¿Por qué Jesús y el Padre pasaron entre los pedazos?
1.       Abram era un hombre pecador bajo la misma maldición que el resto de la humanidad.
2.       Un Dios santo no puede hacer un convenio con un hombre pecador.
a.        vs. 12, habla sobre el profundo sueño en el que cayó Abram.
b.       Dios le permitió a Abram ver lo que estaba pasando.
3.       Jesús tomó el lugar de Abram sellando el pacto.

F. A través del pacto Abrahámico, Dios podría comunicarse con la humanidad.
1.       El primer paso para traer el segundo Adán a la tierra.
2.       La gente que está en este pacto tiene muchos beneficios.
a.        Desde antes de la crucifixión recibimos las bendiciones que vendrían después de la crucifixión.
b.       Ser nacido de nuevo y ser llenos del espíritu Santo.
c.        Si los términos del pacto eran cumplidos se recibían bendiciones de salud, prosperidad, larga vida, Dt. 28: 1-14.

G. Culminación del pacto.
1.       Gn. 17:1-13, Dios finalizó el pacto.
2.       vs. 5, Dios cambia el nombre de Abram por Abraham.
a.        Significa padre de multitudes.
b.       El cambio de nombres es un paso al hacer un pacto de sangre, Ef. 3:14-15; Ap. 2:17.
3.       YHVH, el nombre de Dios en Hebreo.
a.        La letra H tiene una parte importante.
b.       Dios agregó la letra H de su nombre al de Abram para llamarlo Abraham.
c.        Agregó la H al nombre de Sara para llamarla Sarah que significa princesa.
4.       Dios también cambió su nombre.
a.        Después de hacer el pacto de Abram, El se llamó así mismo: el Dios de Abraham.
b.       Más tarde agregó a su nombre a Isaac y Jacob.
c.        El incluyó sus nombres en su identidad, Ex 3:6.

H.  El pacto de Dios con Abraham es un pacto perpetuo.
1.       Gál. 3:13, 14, 29, dice que somos linaje y herederos de Abraham.
2.       No podríamos ser herederos de algo inexistente.
3.       El pacto Abrahámico todavía existe.
4.       La ley mosaica con sus sacrificios de sangre y reglas acabaron en la cruz. No estamos más bajo la maldición de la ley, Gál. 3:13.
5.       Nosotros somos herederos de las promesas por medio de Jesús Gál. 3:14.

 I. Otro paso en el pacto de sangre es derramar la sangre de ambos participantes.
1.       En el pacto Abrahámico la sangre del hombre es derramada, Gn. 17:91-14, cuando Abraham se circuncidó su sangre fue derramada.
2.       En un segundo y mejor acto, la sangre de Dios (Jesús) fue derramada, Jesús derramó la sangre en la cruz.
3.       La circuncisión le recuerda a Abraham su pacto.
a.        Cuando se vistiera, se bañara o cuando tuviera relaciones con Sarah, El recordaría esto.
b.       La circuncisión marcó a Abraham y a sus descendientes por tener pacto con Dios.

J. Dios tenía un pacto de sangre y legalmente podía trabajar en traer el segundo Adán a la tierra.
1.       Dos personas en un pacto tienen todas las posesiones, talentos y habilidades en común.
2.       Cualquier socio podría pedir cualquier cosa de¡ otro y esperar recibir.
3.       Dios sabía que Abraham le daría su todo.
4.       Génesis 22: 1-13, Dios demandó el sacrificio de Abraham.
a.        Gn. 22:13, Dios proveyó el cordero para el sacrificio.
b.       Dios vio la buena voluntad de Abraham para darle su todo.
c.        Dios probó a Abraham y no le vio nada defectuoso.
d.       Dios vio la disposición de Abraham y lo tomó como si hubiera sacrificado a lsaac.
5.       Abraham estaba dispuesto a sacrificar a su único hijo, Dios como su socio podía hacer lo mismo. Dios envió a Jesús para morir en la cruz porque su socio en el pacto estuvo dispuesto a sacrificar a su único hijo.



LA BIBLIA CONSTA DE DOS TESTAMENTOS O PACTOS: EL ANTIGUO Y EL NUEVO.

A.       El antiguo pacto entre Dios y Abraham.
B.       En el tiempo de Moisés se agregó la ley.
1.       La ley se encuentra en el libro de Éxodo con una lista de las cosas que debían hacer.
2.       El libro de levítico da una lista de los sacrificios y rituales que se debían llevar acabo cuando se quebrantaba la ley.
a.        Siguiendo estos sacrificios se cubría el pecado.
b.       Los sacrificios de sangre cubrían el pecado pero no lo borraban He. 10:1-4.
c.        Sólo la sangre de Jesús puede borrar el pecado He 9:26; 10: 18-22.
C.       Bajo la ley, la sangre de toros y cabras cubría los pecados por un tiempo. He 9:13.
1.       Cada vez que la gente pecaba tenía que hacer un sacrificio correcto para cubrir sus pecados.
2.       Habían cinco tipos de sacrificio u ofrenda bajo la ley.
a.        Ofrenda de holocausto,
b.       Ofrenda de comida.
c.        Ofrenda de paz.
d.       Sacrificio de expiación.
e.       Sacrificio para pecado. Estas necesidades se repetían cada vez que había pecado.
3.       la ley era una medida temporal pues Jesús lo limpio completamente. Gál. 3:19: He. 9:26.

D.  Dios planeó mandar a Jesús desde el principio del mundo.
1.       1P 1:19-21.
a.        Cristo fue el cordero sin macha sin contaminación antes de la fundación del mundo.
b.       Dios sabía que el hombre caería pronto pero tenía un plan.
2.       La ley con rituales y sacrificios fue dada al hombre para mostrarle que El siempre sería insuficiente para cumplirla.
a.        Le mostró al hombre que necesitaba de la gracia de Dios.
b.       Le mostró al hombre que no podía llevar acabo las demandas de Dios por sus propias habilidades.
c.        Le enfatizó al hombre la cruz y la necesidad de un salvador.
d.       Ningún hombre podía cumplir todo lo de la ley.

EL HOMBRE NECESITA UN SALVADOR

A. Ef 1:9-10.
1.       Dios envió a Jesús en el momento preciso para morir en la cruz.
2.       Jesús fue predestinado a morir antes de la fundación del mundo.

B. El hombre había pecado, entonces un hombre tenía que morir, para reconciliar a la humanidad con Dios.
1.       No puede ser cualquier hombre.
2.       El redentor necesita ser alguien libre de naturaleza de pecado.
3.       Solamente Jesús, completamente Dios y completamente hombre podía hacerlo.
a.        Si la sangre de un hombre era suficiente entonces Abraham hubiera podido sacrificar a lsaac.
b.       La sangre de lsaac no era suficiente.
4.       La sangre tenía que ser derramada pero debla ser sangre libre de pecado.
5.       La sangre de un humano provista por semilla masculina.
a.        La sangre de Jesús provista de Dios.
b.       La sangre de Jesús libre de la naturaleza del pecado era sacrificio aceptable.
6.       El sacrificio de Jesús de una vez y para siempre, He. 9:12.

NOSOTROS TENEMOS UN MEJOR PACTO POR MEDIO DE JESÚS

A. Col 2:13,14.

B. He 8:6-13.
1.       El Antiguo pacto no es perfecto.
2.       No podía reconciliar al hombre completamente con Dios.
3.       La ley era una medida temporal para señalar el pecado y la incapacidad del hombre para hacer lo que Dios exige.

C. Mt 5:17,18.
1.       Jesús cumplió la ley.
2.       Una vez que la sangre de Jesús fue derramada, el sacrificio de animales es innecesario. ¿Porqué cubrir lo que ha sido borrado? He 9:26.
3.       Jesús completó la ley y ésta ha desaparecido.
a.        La ley fue agregada hasta que la semilla vino, Gál 3:19-25.
b.       Jesús (la semilla) vino, cumplió y quitó de en medio la ley, Col. 2:14.

D. El pacto Abrahámico está todavía vigente, Gál. 3:15 18.
1.       El pacto que Dios hizo con Abraham es eterno.
2.       Nosotros llegamos a estar en la semilla de Abraham por fe aceptando la obra de Jesús, Gál. 3:13, 14, 16, 26, 27,29.

E. Jesús en la cruz no finalizó el pacto Abrahámico.
1.       El pacto con Abraham es eterno,
2.       El pacto no puede ser terminado sino hasta que sea cumplido.
3.       Col 2:13-14.
a.        Jesús tomó el acta de los decretos que había contra nosotros.
b.       El pacto Abrahámico no está contra nosotros pero la ley si lo estaba.
c.        Jesús quitó la ley de en medio de nosotros y la clavó en la cruz.
d.       Nosotros somos libres de la maldición de la ley.
4.       El pacto Abrahámico será cumplido en la segunda venida de Jesús.
a.        Cuando Jesús vuelva, toda la tierra prometida a Abraham en Gn. 15 será entrega da a ellos (remanente  judío).
b.       Estas promesas cumplen el pacto.
c.        El pacto estará entonces terminado.
d.       Vamos al reino de Jesucristo por mil años.
e.       El pacto Abrahámico será reemplazado porque ya no será necesario. (reemplazado por una mejor promesa)

EL NUEVO PACTO TAMBIÉN ES UN PACTO DE SANGRE.

A.       El Antiguo pacto fue sellado por sangre de hombre: Abraham.
B.       El Nuevo Pacto fue sellado por derramamiento de sangre de Dios: Jesús.
C.       Derramamiento de sangre es parte necesaria siempre en el pacto de sangre.
1.       El Nuevo Pacto es mejor porque fue sellado con sangre de Dios.
2.       La sangre de Jesús es el único precio suficiente para pagar la deuda del pecado de la humanidad, Mt. 26:28.

OCHO POSIBLES PASOS ÉN EL PACTO DE SANGRE CUMPLIDOS POR JESÚS.

A. Primer paso: Jesús intercambio ropa con nosotros,
1.       Nuestras ropas sucias.
a.        Is. 64:6.
b.       Ro. 3:23.
2.       Jesús tomó nuestras ropas sucias de deshonra y nos dio mantos de honradez lavados con sangre, Is. 1:18.
3.       Nuestra ropa sucia, pecado, es ahora blanca y pura.

B. Segundo paso: Nosotros recibimos las armas de Dios.
1.       Ef. 6:11-18.
2.       Tenemos derecho a la armadura de Dios porque es uno de nuestros privilegios del pacto.
3.       Debemos colocarnos la armadura pues es de nosotros y es para que la usemos.

C. Tercer paso: Jesús derramo su sangre para ratificar el pacto.
1.       El derramamiento de sangre es siempre necesario en el pacto de sangre, Lucas 22:20
2.       El velo del templo se rasgó cuando Jesús murió significando que no hay más separación entre el hombre y Dios.
3.       La sangre de Jesús compró de nuevo nuestra relación con Dios, He. 10: 18-22.
4.       La maldición de la humanidad fue cumplida de una vez por todas en Jesús, Gál. 3:13.
5.       Jesús fue el último cordero de la pascua para ser matado. 1 Co. 5:7.

D. Cuarto paso: Bendiciones y maldiciones.
1.       Dios hizo a Jesús maldición por nosotros para que las bendiciones a través de Jesús pudieran venir a nosotros, Dt. 28.
2.       Jesús sufrió todas las enfermedades, las dolencias, los tormentos de este mundo para que nosotros no tengamos que llevarlos, Is. 53:4-6.
3.       Jesús fue separado de Dios para que nosotros pudiéramos tener otra vez comunión con El, Mt. 27:46.
4.       Jesús fue al infierno y tomó las llaves de la muerte.
a.        He. 2:14.
b.       Infierno y tumba para que podamos ir al cielo, Mt. 12:40.
c.        Ef. 4:13-110.

E. Quinto paso: Intercambio de nombres.
1.       En el pacto de sangre cada contrayente tiene derecho a usar el  nombre del otro socio, Ef. 3:15.
2.       El nombre de Jesús es nuestro nombre del pacto.
3.       Tenemos derecho de usar el nombre de Jesús y recibir todo aquello que supla nuestras necesidades y deseos. Jn. 16:23, 24.

F. Sexto paso. Poniendo un monumento conmemorativo.
1.       Jesús nos dio la última cena o comunión como un monumento conmemorativo, a Él. 1Co. 11:26.
2.       Cada vez que tomamos la comunión recordamos su muerte, su resurrección y su 2da. venida.

G. Séptimo paso: Repartición de animales.
a.       Único pasó no completado por Jesús.
b.       Su sangre fue suficiente y la sangre de animales no fue necesaria,  He. 9:11, 12.

H. Octavo paso: Comida del pacto.
c.        La última cena o comunión es la comida del pacto,
d.       Consistía en pan y vino (comidas tradicionales del pacto)
e.       Hay un gran significado en lo que Jesús hizo.
a.        La antigua tradición judía tenía tres bolsas con pan en la mesa de la pascua.
1.       Jesús tomó pan de la bolsa del centro (como era la tradición) y lo repartió.
2.       Los judíos pensaban que los tres panes representaban a Abraham, Isaac, y Jacob.
3.       Ellos no sabían por qué fue partido el pan que representa a Isaac.
4.       Jesús partió el pan del centro representando el cuerpo roto del hijo.
5.       los tres panes representan realmente al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
6.       Una antigua tradición judía también tenla cuatro copas, tres llenas y una vacía la cual colocaban boca abajo en la mesa de la pascua. Las tres copas llenas representaban a Abraham, Isaac y Jacob y la vacía al Mesías.
LOS OCHO PACTOS DE DIOS

La Biblia revela que a Dios le ha placido establecer pactos con los hombres. Ocho de estos pactos se hallan mencionados en las sagradas páginas y ellos incorporan los hechos más vitales en la relación que el hombre ha tenido con Dios a través de toda la historia de la raza humana. Cada pacto representa un propósito divino y la mayoría de ellos constituyen una absoluta predicción tanto como una promesa inalterable del cumplimiento de todo lo que Dios ha determinado. Si llevamos nuestra consideración del tema hasta el tiempo cuando los pactos fueron hechos, descubrimos que ellos siempre anticiparon el futuro y tenían el propósito de ser un mensaje de certidumbre para aquellos con quienes el pacto era establecido.
Los pactos bíblicos
Los pactos de Dios contenidos en la Biblia se clasifican en dos clases, aquellos que son condicionales y los que son incondicionales. Un pacto condicional es uno en el cual la acción de Dios es en respuesta a alguna acción de parte de aquellos a quienes va dirigido el pacto. Un pacto condicional garantiza que Dios hará su parte con absoluta certeza cuando se satisfacen los requisitos humanos, pero si el hombre fracasa, Dios no está obligado a cumplir su pacto.
Un pacto incondicional, mientras que puede incluir ciertas contingencias humanas, es una declaración de cierto propósito de Dios, y las promesas de un pacto incondicional serán ciertamente cumplidas en el tiempo y a la manera de Dios. De los ocho pactos bíblicos sólo el edénico y el mosaico eran condicionales. Sin embargo, aun bajo los pactos incondicionales hay un elemento condicional como si se aplicara a ciertos individuos. Un pacto incondicional se distingue de uno condicional por el hecho de que su cumplimiento esencial es prometido por Dios y depende del poder y la soberanía de Dios.
1.       El pacto edénico fue el primer pacto que Dios hizo con el hombre (Gn. 1:26-31; 2:16-17), y fue un pacto condicional con Adán en el cual la vida y bendición o la muerte y la maldición dependían de la fidelidad de Adán. El pacto edénico incluía el dar a Adán la responsabilidad de ser el padre de la raza humana, sojuzgar la tierra, tener dominio sobre los animales, cuidar del huerto y no comer del árbol del conocimiento del bien y del mal. Por haber fracasado Adán y Eva al comer de la fruta prohibida, fue impuesta la pena de muerte para la desobediencia. Adán y Eva murieron espiritualmente de inmediato y necesitaron nacer de nuevo para poder ser salvos. Más tarde también murieron físicamente. Su pecado hundió a toda la raza humana en un molde de pecado y muerte.
2.       El pacto adámico fue hecho con el hombre después de la caída (Gn. 3:16-19). Este es un pacto incondicional en el que Dios declara al hombre lo que será su porción en la vida por causa de su pecado. Aquí no hay lugar para ninguna apelación, ni se implica responsabilidad alguna de parte del hombre.
Como un todo, el pacto provee importantes rasgos, los cuales condicionan la vida humana desde este punto en adelante. Incluido en este pacto está el hecho de que la serpiente usada por Satanás es maldita (Gn. 3:14; Ro. 16:20; 2 Co. 11:3, 14; Ap. 12:9); se da la promesa del Redentor (Gn. 3:15), la cual es luego cumplida en Cristo; se detalla el lugar de la mujer en cuanto a estar sujeta a una concepción múltiple, al dolor y la pena en la maternidad, y en cuanto a la posición del hombre como cabeza (Gn. 1:26-27; 1 Co. 11:7-9; Ef. 5:22-25; 1 Ti. 2:11-14). El hombre debería, en lo sucesivo, de ganar el pan con el sudor de su frente (Gn. 2:15 con 3:17-19); la vida del hombre sería dolorosa y con la muerte por final (Gn. 3:19; Ef. 2:5). Por un período bastante extenso, el hombre continúa desde ese punto en adelante viviendo bajo el pacto adámico.
3.       El pacto de Noé fue hecho con Noé y sus hijos (Gn. 9: 1-18). Este pacto, mientras que repite algunos de los rasgos del pacto adámico, introdujo un nuevo principio de gobierno humano como un medio de frenar el pecado.
Como el pacto adámico, era incondicional y revelaba el propósito de Dios para la generación subsiguiente a Noé.
Las provisiones del pacto incluían el establecimiento del principio del gobierno humano, en el que se instituyó la pena capital para aquellos que tomaran la vida de otro hombre. Fue reafirmado el orden normal de la Naturaleza (Gn. 8:22; 9: 2), y al hombre le fue permitido comer carne fresca de animales (Gn. 9:3-4) en lugar de vivir solamente de vegetales, como parece haberlo hecho antes del diluvio.
El pacto con Noé incluía la profecía concerniente a los descendientes de sus tres hijos (Gn. 9:25-27) y designaba a Sem como el único de quien vendría la línea divina que seguiría hasta que el Mesías viniera. El dominio de las naciones gentiles en la historia del mundo está implicado en la profecía concerniente a Jafet. Así como el pacto adámico introdujo la dispensación de la conciencia, así el pacto con Noé introdujo la dispensación del gobierno humano.
4.       El pacto abrahámico (Gn. 12:1-4; 13:14-17; 15:1-7; 17: 1-8) es una de las grandes revelaciones de Dios concernientes a la historia futura, y en él fueron dadas profundas promesas a lo largo de tres líneas. Primero de todo, fueron dadas promesas a Abraham de que él tendría gran descendencia (Gn. 17:16), que tendría mucha bendición personal (Gn. 13:14-15, 17; 15:6,18; 24:34-35; Jn. 8:56), que su nombre sería grande (Gn. 12:2) y que él personalmente sería una bendición (Gn. 12:2).
Segundo, a través de Abraham fue hecha la promesa de que emergería una gran nación (Gn. 12:2). En el propósito de Dios esto tiene referencia primeramente a Israel y a los descendientes de Jacob, quienes formaron las doce tribus de Israel. A esta nación le fue dada la promesa de la tierra (Gn. 12:7; 13:15; 15:18-21; 17:7-8).
Una tercera área principal del pacto fue la promesa de que por medio de Abraham vendría bendición al mundo entero (Gn. 12:3). Esto tendría su cumplimiento en que Israel sería el canal especial de la revelación divina de Dios, la fuente de los profetas quienes revelarían a Dios y proveerían de la Escritura a los escritores humanos. En forma suprema, la bendición a las naciones sería provista a través de Jesucristo, quien sería un descendiente de Abraham. Dada la relación especial de Israel con Dios, Dios pronunció una solemne maldición sobre aquellos que maldijeran a Israel y una bendición sobre aquellos quienes bendijeran a Israel (Gn. 12:3).
El pacto con Abraham, como el adámico y el de Noé, es incondicional. Mientras que cualquier generación particular de Israel podría disfrutar de sus provisiones con sólo ser obedientes, y podrían, por ejemplo, ser guiados hacia la cautividad si ellos eran desobedientes, el propósito esencial de Dios para bendecir a Israel, para revelarse a sí mismo a través de Israel, para proveer redención a través de Israel y para traerle dentro de la Tierra Prometida es absolutamente cierto, porque depende del soberano poder y voluntad de Dios, más que del hombre. A pesar de los muchos fracasos de Israel en el Antiguo Testamento, Dios se reveló a sí mismo y encauzó la escritura de los textos sagrados, y finalmente nació Cristo, vivió y murió y se levantó resucitando exactamente como la Palabra de Dios lo había anticipado. A pesar del fracaso humano, los propósitos de Dios son ciertos en su cumplimiento.
5.       El pacto mosaico fue dado a través de Moisés para los hijos de Israel mientras que estaban viajando desde Egipto hacia la Tierra Prometida (Ex. 20:1 - 31:18).
En Éxodo, y ampliado en muchas otras porciones de las Escrituras, Dios le dio a Moisés la ley que era para gobernar su relación con el pueblo de Israel. Los aproximadamente seiscientos mandamientos específicos están clasificados en tres divisiones principales: a) los mandamientos, conteniendo la voluntad expresada de Dios (Ex. 20:1-26); b) los juicios, relacionados a la vida social y cívica de Israel (Ex. 21: 1 - 24:11), y c) las ordenanzas (Ex. 24:12 - 31:18).
La ley mosaica era un pacto condicional e incorporaba el principio de que si Israel era obediente, Dios les bendeciría, pero si Israel era desobediente, Dios les maldeciría y les disciplinaría. Esto es destacado especialmente en Deuteronomio 28. Aunque ya se había anticipado que Israel fracasaría, Dios prometió que Él no abandonaría a su pueblo (Jer. 30:11). El pacto mosaico también fue temporal y terminaría en la cruz de Cristo. Aunque contenía elementos de gracia, era básicamente un pacto de obras.
6.       El pacto palestino (Dt. 30:1-10) era un pacto incondicional en conexión con la posesión final de la tierra por parte de Israel.
Este pacto se ilustra como un pacto básicamente incondicional y seguro en su cumplimiento; sin embargo, tiene elementos condicionales para cualquier generación en particular. La promesa dada a Abraham en Génesis 12:7, y reafirmada luego a través del Antiguo Testamento, sería que la simiente de Abraham poseería la tierra. No obstante, a causa de la desobediencia y el fracaso, Jacob y sus descendientes vivieron en Egipto cientos de años antes del Éxodo. Así, manteniendo el propósito de Dios, ellos volvieron y poseyeron, por lo menos, una porción de la tierra. Más tarde, a causa de la desobediencia y la negligencia a la ley de Dios, ellos fueron sometidos a los cautiverios asirio y babilónico. Otra vez en la gracia de Dios, les fue permitido volver después de setenta años del cautiverio babilónico y reposeer la tierra hasta que Jerusalén fue destruida en el 70 d.C.
Sin embargo, a pesar de todos los fracasos, a Israel se le promete que volverá a la tierra, vivirá allí en seguridad y con bendición y nunca será dispersada nuevamente (Ez. 39: 25-29; Am. 9:14-15).
El retorno presente de Israel a la tierra es, por lo tanto, altamente significativo porque cumple la primera etapa del regreso de Israel, necesario para establecer el escenario para el fin de los tiempos. La vuelta de Israel será completada hasta el último hombre después de que Jesucristo vuelva y establezca su reino (Ez. 39:25-29). Mientras que cualquier generación pudiera haber sido sacada fuera de la tierra por su desobediencia, el propósito final de Dios de traer a su pueblo dentro de su Tierra Prometida es incondicional y cierto en su cumplimiento.
El pacto palestino, de acuerdo a ello, incluye la dispersión de Israel por la incredulidad y la desobediencia (Gn. 15:13; Dt. 28:63-68), tiempos de arrepentimiento y restauración (Dt. 30:2), la recolección de Israel (Dt. 30:3; Jer. 23:8; 30:3; 31:8; Ez. 39:25-29; Am. 9:9-15; Hch. 15:14-17), la restauración de Israel a su tierra (Is. 11:11-12; Jer. 23:3-8; Ez. 31:21-25; Am. 9:9-15), su conversión espiritual y restauración nacional (Os. 2:14-16; Ro. 11:26-27), su seguridad y prosperidad finales como nación (Am. 9:11-15) y el juicio divino para sus opresores (Is. 14:1-2; Jl. 3:1-8; Mt.25:31-46).
7.       El pacto davídico (2 S. 7:4-16; 1 Cr. 17:3-15) era un pacto incondicional en el cual Dios prometió a David un linaje real sin fin, un trono y un reino, todos ellos para siempre. En la declaración de este pacto Jehová se reserva el derecho de interrumpir el actual reinado de los hijos de David si era necesario el castigo (2 S. 7:14-15; Sal. 89:20-37); pero la perpetuidad del pacto no podía ser quebrantada.
Como el pacto abrahámico garantizaba a Israel una identidad eterna como nación (Jer. 31:36) y la posesión eterna de la tierra (Gn. 13:15; 1 Cr. 16:15-18; Sal. 105:9-11), así el pacto davídico les garantizaba un trono eterno y un reino eterno (Dn. 7:14). Desde el día en que el pacto fue establecido y confirmado por el juramento de Jehová (Hch. 2:30), hasta el nacimiento de Cristo, a David no le faltó un hijo que se sentase en el trono (Jer. 33:21); y Cristo el eterno Hijo de Dios e Hijo de David, siendo el justo heredero de aquel trono y el Único que se sentaría en aquel trono (Lc. 1:31-33), completa el cumplimiento de esta promesa hecha a David de que un hijo se sentaría en este trono para siempre.
El pacto davídico es el más importante en asegurar el reino milenial, en el cual Cristo reinará sobre la tierra. David, resucitado, reinará por debajo de Cristo como un príncipe sobre la casa de Israel (Jer. 23:5-6; Ez. 34:23-24; 37:24).
El pacto davídico no es cumplido por Cristo reinando en su trono en los cielos, puesto que David nunca se ha sentado ni se sentará en el trono del Padre. Es más bien un reino terrenal y un trono terrenal (Mt. 25: 31). El pacto davídico es, por consiguiente, la clave del programa profético de Dios que aún está por cumplirse.
8.       El nuevo pacto, profetizado en el Antiguo Testamento y que tendrá su cumplimiento primario en el reino milenial, es también un pacto incondicional (Jer. 31:31-33). Como lo describe Jeremías, es un pacto hecho «con la casa de Israel y con la casa de Judá» (v. 31). Es un nuevo pacto en contraste con el pacto mosaico, el cual fue roto por Israel (v. 32).
En el pacto Dios promete: «Después de aquellos días, dice Jehová: Daré mis leyes en sus corazones, y en sus almas las escribiré; y seré yo a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo» (v. 33). A causa de esta íntima y personal revelación de Dios, y su voluntad para con su gente, continúa en Jeremías 31:34 para declarar: «y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: “Conoce a Jehová: porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová; porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado.
Este pasaje anticipa las circunstancias ideales del reino milenial donde Cristo reinará, y todos conocerán los hechos acerca de Jesucristo. De acuerdo a ello, no será necesario para una persona evangelizar a su vecino, porque los hechos acerca del Señor serán universalmente conocidos. También será un período en el cual Dios perdonará el pecado de Israel y les bendecirá abundantemente. Debería estar claro, dada esta descripción de la promesa del pacto como se da en Jeremías, que esto no se está cumpliendo hoy día, puesto que la iglesia ha sido instruida para ir por todo el mundo y predicar el evangelio a causa de que hay una casi universal ignorancia de la verdad.
Sin embargo, dado que el Nuevo Testamento también relaciona a la Iglesia con un nuevo pacto, algunos han enseñado que la iglesia cumple el pacto dado a Israel. Aquellos quienes no creen en un futuro reino milenial y en una restauración de Israel, por tanto encuentran el completo cumplimiento ahora en la iglesia, espiritualizando las provisiones del pacto y haciendo de Israel y de la Iglesia una misma cosa. Otros que reconocen la restauración futura de Israel y el reino milenial consideran que el Nuevo Testamento se refiere al nuevo pacto tanto como para ser una aplicación de las verdades generales del pacto futuro con Israel a la iglesia, o para distinguir dos nuevos pactos (uno para Israel como está dado en Jeremías, y el segundo, un nuevo pacto dado a través de Jesucristo en la era presente de gracia proveyendo salvación para la iglesia). Actualmente el nuevo pacto, ya sea para Israel o para la iglesia, se desprende de la muerte de Cristo y de su derramamiento de sangre.
El nuevo pacto garantiza todo lo que Dios se propone hacer para los hombres en el terreno de la sangre de su Hijo. Esto puede verse en dos aspectos:
a.        Que Él salvará, preservará y presentará en la gloria, conformados a la imagen del Hijo Unigénito, a todos los que creen en el Señor Jesús. El hecho de que sea necesario creer en Cristo para ser salvo, no es una condición en este pacto. El acto de creer no es una parte del pacto, sino más bien la base sobre la cual el creyente es admitido para disfrutar de las bendiciones eternas que el pacto ofrece. El pacto no es hecho con los no redimidos, sino con los que creen, y promete que en favor de ellos estará la fidelidad de Dios. «El que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo» (Fil. 1:6), y toda otra promesa semejante a ésta, relacionada con el poder que Dios manifiesta en la salvación y preservación de los suyos, es parte de este pacto de gracia.
En la presente edad no se tiene en vista para el hombre una salvación que no garantice una perfecta preservación aquí en el mundo, y una presentación final allá en la gloria, de todos los que son salvos por la sangre de Cristo Jesús. Es posible que haya en la vida diaria del hijo de Dios algún impedimento para su comunión con el Padre; y como aconteció en el caso de David, el pecado del cristiano puede hacer que Dios levante su mano para castigo del hijo desobediente; pero estos asuntos que son propios de la experiencia cotidiana del creyente, no llegan nunca a ser determinantes para el cumplimiento de la promesa de Dios en lo que se refiere a la eterna salvación de los que Él ha recibido en su gracia.
Hay quienes recalcan la importancia y el poder de la voluntad humana, y declaran enfáticamente que la salvación y preservación deben tener como condición la libre cooperación de la voluntad humana. Esto puede ser razonable para la mente del hombre, pero no está de acuerdo con la revelación que Dios nos ha dado en las Escrituras.
En cada caso Dios ha declarado incondicionalmente lo que Él hará en favor de todos aquellos que confían en Él (Jn. 5:24; 6:37; 10:28). Esta es en verdad una empresa enorme que necesariamente tiene que incluir el dominio absoluto aun de los pensamientos e intentos del corazón humano; pero, por así decirlo, esto no es más irrazonable que el hecho de declarar a Noé que su descendencia seguiría los caminos que Dios había decretado, o que el de prometer a Abraham que él sería el progenitor de una nación grande y que de su simiente nacería el Cristo.
En cada uno de estos casos tenemos la manifestación de la autoridad y del poder soberano del Creador. Es vidente que Dios ha dejado lugar para el libre ejercicio de la voluntad humana. Él ayuda a la voluntad de los hombres, y los ya salvos son conscientes de que tanto su salvación como su servicio están en completa armonía con la elección que ellos mismos han hecho en lo más profundo de su ser. Se nos dice que Dios gobierna la voluntad del hombre (Jn. 6:44; Fil. 2: 13); pero al mismo tiempo vemos que Él apela a la voluntad humana y hace que en cierto sentido dependa de ella el disfrute de su divina bendición (Jn. 5:40; 7:17; Ro. 12:1; 1 Jn. 1:9).
Las Escrituras hablan en forma incuestionable y enfática de la soberanía de Dios. Él ha predestinado perfectamente lo que vendrá, y su determinado propósito tendrá que realizarse; porque es imposible que Él sea sorprendido o sufra alguna desilusión. De igual manera, las Escrituras enfatizan que entre estos dos grandes aspectos de la soberanía divina -el propósito eterno y la perfecta realización del mismo- Él ha permitido suficiente lugar para cierto ejercicio de la voluntad humana. Y al actuar de esta forma no está poniendo en peligro, de ninguna manera, los fines que Él se ha propuesto alcanzar. El tener sólo uno de los dos aspectos de esta verdad puede guiarnos o bien al fatalismo, en el cual no hay lugar para pedir en oración ni motivo alguno para buscar el amor de Dios, ni base para la condenación de los pecadores, ni fundamento para la invitación del Evangelio, ni significado para gran parte de las Escrituras, o bien a la pretensión de querer desalojar a Dios de su trono. Es razonable creer que la voluntad humana está bajo el dominio de Dios; pero sería lo más irrazonable creer que la soberanía de Dios está bajo el dominio de la voluntad humana. Los que creen son salvos y seguros para siempre, porque así está determinado en el pacto incondicional de Dios.
b.       La salvación futura de Israel es prometida en el nuevo pacto incondicional (Is. 27:9; Ez. 37:23; Ro. 11:26-27). Esta salvación se efectuará sobre la base única de la sangre que Cristo derramó en la cruz. Por medio del sacrificio de su Hijo, Dios es tan libre para salvar a una nación como lo es para salvar a un individuo. Israel es representado por Cristo como un tesoro escondido en el campo. El campo es el mundo. Y creemos fielmente que fue Cristo quien vendió todo lo que Él tenía, a fin de poder comprar el campo y poseer así el tesoro que allí estaba oculto (Mt. 13: 44).
En la consideración de estos ocho grandes pactos nunca podrá decirse que se está dando demasiado énfasis a la soberanía de Dios en relación con los pactos incondicionales, o al absoluto fracaso humano en lo que toca a los pactos condicionales. Y podemos estar seguros de que todo lo que Dios se ha comprometido a hacer incondicionalmente Él lo hará con toda la perfección de su infinito Ser.

LA ARMADURA DE DIOS
Reconocemos la victoria de Jesús en la cruz y que ha vencido a la muerte, al pecado, la enfermedad, la ruina, la maldición, etc. Y nos ha entregado la victoria: 1Jn 5:18 “Sabemos que todo aquel que ha nacido de Dios, no practica el pecado, pues Aquel que fue engendrado por Dios le guarda, y el maligno no le toca.”
Por lo tanto el diablo solamente puede tocar al creyente si éste no está apercibido de las siguientes verdades:
1.       Jn. 10:10 El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.”
  1. 1P. 5:8 “Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar;”
3.       Ef. 4:27 “Ni deis lugar al Diablo.”
  1. 1Ti. 3:6 “no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo”.
  2. 1Ti. 3:7 “También es necesario que tenga buen testimonio de los de afuera, para que no caiga en descrédito y en lazo del diablo.”
  3. 1Jn. 3:10 “En esto se manifiestan los hijos de Dios, y los hijos del diablo: todo aquel que no hace justicia, y que no ama a su hermano, no es de Dios.”
  4. Stgo. 4:7 “Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros.”
  5. 1Jn. 3:8El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo.”
9.       1Jn 5:19 “Sabemos que somos de Dios, y el mundo entero está bajo el maligno.”
  1. Ef. 6:11-12 “Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. 12 Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.”

Ciertamente, el Diablo está vencido para nosotros, pero esto no quiere decir que no intente atacarnos, estorbarnos, dañarnos, robarnos, matarnos, destruirnos, etc., en fin… Acechar nuestras vidas.

Es por esta razón que la Palabra nos muestra que existe ciertamente una lucha, pero no es la lucha que algunos llaman “guerra espiritual” donde el protagonista de las oraciones de los creyentes es Satanás, y donde se debe andar gritando y reprendiendo y llenando de aceite y dando vueltas a lugares y desgastándose en paranoias infundadas todo el tiempo, y que nos deja la sensación de que Jesús hizo el 50% y nosotros a través de esta “guerra” tenemos que conseguir el otro 50% para estar completamente libres y bendecidos.

Si existe una guerra espiritual. La Biblia siempre ha sido clara en mostrarnos un reino de las tinieblas en continua oposición al reino de Dios. Sin embargo en el libro de Efesios capítulo 6:13-18, la Escritura nos enseña la forma en la que los creyentes deben participar en ella: “Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia, y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios; orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos;…”

Analicemos esta armadura para lograr entender lo que Pablo dice a los creyentes de Éfeso.

ARMAS PARA LA GUERRA

La guerra espiritual requiere armas espirituales. Las armas de fuego, los sistemas de seguridad, y las lecciones de karate no le darán protección cuando estamos siendo objeto de ataque espiritual. El ataque espiritual tiene que ver con otro ámbito, está fuera de este mundo material, visible, en el que vivimos. Fueron dos veces en Efesios, que Pablo mencionó nuestra lucha espiritual en contra de fuerzas espirituales invisibles. En al capítulo 2, Pablo les recordó a sus lectores de sus antiguas vidas fuera de Cristo: “… cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia” (2:1–2). ¿Qué quiso dar a entender Pablo? Sus lectores estuvieron una vez en el bando perdedor de la batalla con el diablo. Los que estamos en Cristo, nos hemos pasado al lado de la victoria. ¿Significa esto que la batalla ha terminado? No, el diablo todavía anda al acecho. Así que encontramos que la advertencia no es a ignorarlo, sino todo lo contrario. Escuchar la Palabra de Dios, tomar de la fortaleza de Dios y usar su armadura para que al finalizar el tiempo, aún estemos firmes.

¿Qué incluye la armadura? Pablo mencionó seis elementos.

1.         El cinturón de la verdad
Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad” (6:14a).

Esto es lo que la NVI dice: “… ceñidos con el cinturón de la verdad”. Una de las partes del armamento de un soldado, en los tiempos de Pablo, era su  cinturón. Éste servía para dos propósitos:
a.        sostener sus vestiduras para que sus movimientos no les fueran impedidos, cuando marchaba o peleaba, y
b.       para sujetar la espada en su lugar. Cuando un soldado se ceñía su cinturón, ello significaba que estaba listo para pelear. Le daba confianza para poder llevar a cabo la tarea. Cuando nos enfrentamos al diablo, lo podemos hacer con confianza —confianza vinculada a la verdad. La verdad se refiere, tanto a la doctrina como a la integridad. No solamente debemos creer en la verdad de Dios, sino que debemos también buscar la forma de vivir cada día en ella. No solamente debemos proclamar la verdad de Dios, sino que también nuestras vidas deben exhibirla. Esta combinación de verdad doctrinal y de sinceridad para vivir en ella es lo que le da confianza al cristiano y lo prepara para pelear en contra del diablo. No es suficiente conocer la verdad. Debemos ser sinceros en nuestros esfuerzos por vivir en ella.

2.         La coraza de justicia
Hemos de estar firmes, “vestidos con la coraza de justicia” (6:14b).

La coraza de un soldado era una pieza de metal que le cubría y le protegía la parte frontal de su cuerpo. Pablo dijo que Dios nos ha dado la protección de la justicia. La justicia se refiere a la condición en que nos encontramos delante de Dios. Aunque hayamos pecado y merezcamos el castigo eterno, Dios ha declarado justos en Cristo a los creyentes. Esto es lo que leemos: “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él” (2 Corintios 5.21). Podemos también elegir el vivir justamente. Podemos elegir el vivir de tal manera que se glorifique a Dios. Esa elección, hecha cada día, durante todo el día, nos ayudará a sortear cualquier cosa que el diablo nos arroje en el camino.

3.       El calzado con el apresto del evangelio
Podemos estar firmes cuando tenemos “calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz” (6:15).

Los soldados romanos calzaban una media bota con abertura para los dedos  del pie. En la suela tenían  clavos. Éstos servían para el mismo propósito para el cual sirven los zapatos que usan los futbolistas hoy día. Les daban tracción a los soldados y les impedían resbalar mientras peleaban. Gran parte de la pelea que hacían era cuerpo a cuerpo, mano a mano, de manera que estas botas le daban a los romanos una clara ventaja. Los cristianos tienen la paz de Dios, con el fin de impedir que caigan cuando están en la lucha. En primer lugar, es paz con Dios: “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo” (Romanos 5:1). También tenemos la paz de Dios. Es la paz que sobrepasa todo entendimiento. Ella “guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús” (Filipenses 4:7). Es un sentido de bienestar el que sobreviene de un andar cercano con Dios, y el diablo odia eso. Él prefiere mantenernos trastornados, afanados y preocupados por las cuentas que hay que pagar y las obligaciones que hay que cumplir, deprimidos por las enfermedades, estresados por la presión por desempeñarnos bien, y agotados emocionalmente. El diablo quiere robarnos la paz, Lo desalienta el ver que los cristianos sepan cómo tomar de la paz de Dios, cuando son enfrentados con dificultades.

Adicionalmente, es la única parte de la armadura en contacto con el piso, lo que nos indica que el único contacto que debemos tener con el mundo es el evangelio, el predicar las buenas nuevas de salvación a los que se pierden.

4.         El escudo de la fe
Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno” (6:16).

El escudo de un soldado romano era enorme. Era casi tan alto y tan ancho como el soldado mismo. Le cubría completamente y le daba protección, especialmente en contra de las flechas de fuego. Esto es lo que nuestra fe hace para nosotros. La fe se apropia de las promesas de Dios y las usa para sostenernos en contra de las flechas del diablo: el temor, la depresión, el rechazo, las críticas y todo lo demás que se nos arroja.

Es de resaltar que empieza diciendo “Sobre todo…”; esto nos indica que por encima de cualquier ataque, está nuestra fe… ¡Creerle a Él! 1Jn. 4:16 “Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él.”

5.         El yelmo de la salvación
“Y tomad el yelmo de la salvación” (6:17a).

El yelmo protege la cabeza del soldado de los golpes mortales. La protección de nuestra cabeza tiene que ver con nuestra mente, decisiones, pensamientos, emociones, nuestra voluntad. Ahí es donde se pueden recibir golpes mortales. La salvación nuestra que proviene de Dios es la forma como Dios nos dice: “Si te mantienes andando por fe, el diablo jamás podrá darte un golpe mortal (en ninguna de estas áreas). Él no puede quitarte la salvación”. Dios le da a usted el yelmo de la salvación. Como cristiano que usted es, puede tener toda la confianza de que tiene la vida eterna en Cristo.

Y al entender que somos salvos, logramos dimensionar que la salvación no empieza cuando morimos sino en el instante de decidir por Cristo en nuestra vida. En Jn. 10:10 Cristo nos habla de darnos vida en abundancia; esto es en la eternidad, pero empezando ahora mismo. La salvación implica plenitud en todas nuestras áreas: santificación, sanidad, prosperidad, en fin… Una vida en abundancia.

6.       La espada del Espíritu
Las armas que Dios da también incluyen “la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios” (6:17b).

De los seis componentes de la armadura, la espada es el único que se puede usar tanto para la defensa como para el ataque. La palabra de Dios es así. Ella tiene capacidades defensivas y ofensivas. En lo defensivo, usamos la palabra de Dios para resistir la tentación, tal como Jesús lo hizo cuando citó las Escrituras durante su propio encuentro con Satanás en el desierto (Mateo 4:1–11). En lo ofensivo, usamos la palabra en el evangelismo. El evangelio es el poder de Dios para salvación (Romanos 1:16).

Usamos su palabra para sacar a las personas del reino de las tinieblas y trasladarlas al reino de Dios. La palabra nos ayuda a pelear en contra del diablo.

A nivel personal, el mejor ataque que podemos hacerle a Satanás, es poner la Palabra por obra en nuestras propias vidas.

Estos seis componentes se combinan para formar la armadura de Dios completa. Dios los suple, pero somos nosotros los que debemos vestirnos de ellos. ¿Está usted vistiéndose de toda esta armadura? ¿Enfrenta usted al diablo con la confianza que proviene de un andar con Dios sincero, en el que no se esconde nada? ¿Pelea usted en contra de Satanás con un compromiso diario de tomar las opciones de la vida que Dios quiere que usted tome? ¿Resiste usted los ataques del diablo sobre sus emociones con la quieta paz que Dios ofrece? ¿Pone usted su confianza en las promesas de Dios para protegerse de cualquier cosa que el diablo le arroja? ¿Tiene usted confianza en la salvación y todo lo que ella implica? ¿Pasa usted un tiempo diario en el estudio de la palabra de Dios, de manera que usted pueda usarla en su vida? ¿Está usted vestido de toda la armadura de Dios? Dios nos da las armas para la lucha.

LA ORACIÓN COMO ELEMENTO DE GUERRA
Pablo mencionó otro recurso vital que Dios le da a su pueblo: “orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos” (6:18). Pablo dijo que Dios nos da la oración y lo menciona después de la armadura, ¿por qué? Porque el vestirse de la armadura de Dios requiere de la oración también. Ésta expresa nuestra dependencia de Dios. El no orar dice: “No necesito de Dios. Me las puedo entender sin él. Puedo hacerlo por mí mismo”. Esa actitud garantiza la derrota espiritual. Ninguno de nosotros puede ganar la pelea en contra del diablo por sí mismo. La oración nos mantiene enfocados en Dios.

Note los “todos” de la instrucción de Pablo respecto de la oración en 6.18. Sus palabras nos llevan a prestar atención a todo lo que la oración abarca en nuestras vidas como cristianos, con cuatro usos de la palabra “todos” o  toda”.

1.       Hemos de orar en todo tiempo. Para batallar en contra del diablo y salir de pie, debemos hacer de la oración una disciplina diaria.

2.       Hemos de orar toda clase de oraciones y súplicas. Necesitamos tener variedad en nuestra comunicación con Dios, según lo que esté sucediendo en nuestras vidas. La situación podría requerir que hagamos confesión, acción de gracias, intercesión, adoración, alabanza, cántico o algún otro tipo de oración.

3.       Hemos de orar velando siempre. Cuando Jesús oraba en Getsemaní, los discípulos dormían. Ésa es la tendencia de la gente. Dormimos o perdemos el sentido de urgencia en los momentos, cuando deberíamos estar orando.

4.       Hemos de orar por todos los cristianos. Dios quiere que veamos que necesitamos trabajar juntos como iglesia. Una familia de Dios unida, en la que se ora unos por otros, puede sostenerse con fuerza frente a los ataques de Satanás. Con el paso de los años, he tratado de disciplinarme a mí mismo para orar como debería. Otros cristianos han compartido conmigo el fracaso en sus intentos por orar. ¿Por qué nos quedamos cortos cuando de orar se trata? Supongo que podíamos pensar en varias razones, pero echémosle una mirada a lo que John Piper mencionó en su libro Teniendo deseo de Dios. A menos que esté enormemente errado, una de las principales razones por las que muchos de los hijos de Dios no tienen una vida de oración  significativa, no es tanto que no la queramos, sino que no planeamos tenerla. Si usted quiere tomarse unas vacaciones de cuatro semanas, usted no se levanta una mañana de verano y dice: “¿Qué les parece si salimos hoy?”. Usted no tiene nada listo. No sabría adónde ir. Nada ha sido planeado. Pero así es como muchos de nosotros tratamos la oración. Nos levantamos día tras día y nos damos cuenta de que ciertos tiempos importantes de oración deberían ser parte de nuestra vida, pero nada hay listo. No sabemos adónde ir. Nada ha sido planeado. No hay tiempo. No hay lugar. No hay procedimiento. Y todos sabemos que lo opuesto a planear no es un maravilloso flujo de profundas y espontáneas experiencias de oración. Lo opuesto a planear es la rutina. Si usted no planea unas vacaciones ¡lo más probable es que se quede en casa a mirar la televisión! El flujo natural no planeado de la vida espiritual decae hasta el más bajo nivel de vitalidad. No hay carrera que correr ni pelea que pelear. Si usted quiere que haya renovación en su vida de oración usted debe hacer planes para verla. Por lo tanto, mi sencilla exhortación es ésta: Tomémonos el tiempo el día de hoy para replantear nuestras prioridades y ver cómo la oración encaja en ellas. Haga una nueva resolución. Pruebe una nueva aventura con Dios. Haga el tiempo. Escoja un lugar. Escoja una porción de las Escrituras para guiarlo a usted. No sea víctima de la tiranía de los días ocupados. Todos necesitamos correcciones de rumbo a mitad del viaje. Haga que éste sea el día de volverse a la oración para la gloria de Dios y para colmarse usted de gozo.