domingo, 29 de abril de 2012

C-3 Divisiones en Periodos


DIVISIONES EN PERÍODOS

Habiendo estudiado las divisiones literarias de la Biblia, observe ahora las tres épocas principales de su historia: (1) La Era Patriarcal, (2) La Era Judaica o Mosaica y (3) La Era Cristiana. Cada época se nombra por aquellos a los cuales Dios reveló su voluntad.

LA ERA PATRIARCAL

En esta era, que comenzó con la creación, Dios se reveló a Sí Mismo a los padres de familia, conocidos como patriarcas. Debido a esto, la época se conoce como la "Era Patriarcal". El primer libro de la Biblia, Génesis, presenta esta era. (Para un breve resumen de esta era y la Mosaica, lea el capitulo siete de Hechos). En la Era Patriarcal están incluidos eventos tan importantes como la creación del mundo (Gn. 1), la destrucción del mundo por el diluvio (Gn. 6), la introducción de varios idiomas en la tierra (Gn. 11) y muchos más. Estos eventos acentúan la importancia de una obediencia exacta de los mandamientos de Dios. Los obedientes fueron ricamente bendecidos. Los desobedientes fueron severamente castigados. Durante la Era Patriarcal, la humanidad se volvió inicua en extremo. Sin embargo, Dios dio un vislumbre pasajero de un Salvador, quien más tarde vencerla a Satanás y al pecado (Gn. 3:15).

Después, Dios hizo una promesa triple a un hombre impío Abraham, de que de sus descendientes había de (1) hacerse una gran nación, (2) recibir una tierra y (3) bendecir todas las naciones de la tierra (Gn. 12:1-3; 22:17, 18)." El hijo de Abraham, llamado, Isaac, tuvo un hijo llamado Jacob o Israel. Israel tuvo doce hijos, cuyos descendientes formaron las doce tribus de Israel. Así comenzó la nación judía, también llamada "los hijos de Israel" y "los israelitas". El hambre forzó al pueblo israelita a trasladarse hacia Egipto (Gn. 45, 46), donde paulatinamente los egipcios los convirtieron en esclavos (Éxodo 1:7-11). Al fin, Dios eligió a Moisés para libertarlos y guiarlos a la tierra de Canaán (Éxodo 3:1-10), donde llegaron a ser una gran nación, en cumplimiento de las primeras dos partes de la promesa de Dios dada a Abraham (Josué 21:43-45).

La tercera parte de la promesa, de que todas las naciones de la tierra serían benditas por medio de la familia de Abraham, fue cumplida cuando Cristo vino al mundo. Jesucristo, un descendiente de Abraham, murió por toda la humanidad, haciendo posible la salvación para cada persona de toda nación (Gál. 3:13, 14, 16, 19, 24-29).

LA ERA JUDAICA O MOSAICA

La Era Judaica cubre un período de aproximadamente 1.500 años, desde el tiempo de Moisés hasta la muerte de Jesús en la cruz. Con la excepción del libro de Génesis, esta era incluye todos los libros del Antiguo Testamento y también la vida de Cristo, que se narra en la primera parte del Nuevo Testamento. El Antiguo Pacto está en particular dirigido al pueblo judío (Dt. 4:8; 5:1-3), y es por eso que esta era se llama la Era Judaica.

Después que Moisés libertó al pueblo israelita de la esclavitud egipcia, Dios le dio su ley en el Monte Sinaí (Éxodo 20-31). Esta ley sirvió para gobernar al pueblo tanto religiosa como políticamente. El fundamento de esta ley, los "Diez Mandamientos", fue grabado en dos piedras (Dt. 5:1-22). Los Diez Mandamientos y las demás leyes morales, ceremoniales y civiles formaron un solo pacto o ley (Lv. 24:22; Josué 1:7, 8). Los judíos fueron castigados severamente cuando desobedecían cualquier parte de la ley. La muerte era la sentencia por los pecados tales como: el adulterio (Dt. 22:22-24), no guardar el día de reposo (Nm. 15-32-36) y alterar la ley de Dios tocante a la adoración (Lv. 10:1, 2) La ley sirvió para preparar a la gente para la venida de Cristo (Gál. 3:24, 25).

Después de haber estado gobernados por 450 años por los jueces, los judíos rogaron por un rey, y al fin Dios les dio lo que pidieron. Bajo los reyes Saúl, David y Salomón, el pueblo de Israel avanzó en poder, riqueza y gloria. La nación recibió todas estas bendiciones porque ellos eran fieles a Dios (1 R. 3, 4). Las diez tribus al norte eran llamadas "Israel", y las tribus al sur eran llamadas "Judá". Dios permitió que Israel y Judá fueran llevadas al cautiverio varias veces a causa de su desobediencia de los mandatos divinos (2 R. 17; 24:10-17; 2 Cr. 36:17-21). Al fin, las diez tribus de Israel fueron tan esparcidas por el mundo que llegaron a perder su identidad como nación. Solamente Judá mantuvo su identidad. Y ¿por qué? Porque Dios había prometido a David que uno de sus descendientes permanecería en su trono para siempre. Cristo, el Mesías, vino por el linaje de Judá, y en particular por David (Hch. 13.22, 23), para reinar eternamente.

La obra de los profetas aumentó conforme se acercaba el tiempo de la venida del Salvador. Isaías, Jeremías, Ezequiel, Daniel y otros profetas amonestaron al pueblo para que fuera fiel a Dios, y profetizaban la venida de Cristo. Muchas de estas profecías fueron mencionadas en la primera lección de este estudio. Antes del fin de la Era Judaica, Jeremías profetizó que en los últimos días Dios reemplazaría el Antiguo Pacto con un Nuevo Pacto, mejor y distinto (Jr. 31:31-34). La venida del Mesías y el nuevo pacto son temas sobresalientes en todas las profecías. Verdaderamente, toda la Era Judaica fue una constante preparación para la nueva y mejor era que vendría.

LA ERA CRISTIANA

Cuando vino el cumplimiento del tiempo Dios comenzó la nueva era enviando a su hijo, Jesucristo (Gál. 4:4, 5; Ef. 1:9, 10). Por su enseñanza, su vida, su muerte, su resurrección y su ascensión a la diestra del Padre Celestial, Cristo se hizo "el mediador del nuevo pacto" y comenzó la nueva era profetizada por Jeremías (He. 8:6-13; 9:15).


EL FIN DEL ANTIGUO TESTAMENTO

En realidad, la Era Judaica y la Era Cristiana se unen en la vida de Cristo. El es el fin de una y el principio de la otra. Jesús nació judío y vivió bajo o la ley de Moisés (Gál. 4:4-5), pero Él vino a introducir un nuevo pacto (He. 9:15). Dios nunca pensó hacer del antiguo pacto una ley permanente. Si hubiera sido así, Jeremías no hubiera profetizado un nuevo pacto (He. 8:6-9). El primero era solamente una "sombra de las buenas cosas venideras (He. 10:1), y un ayo para traernos a Cristo" (Gál. 3:24). "Pero venida la fe ya no estamos bajo ayo" (Gál. 3:25) y por eso, ya no estamos bajo la ley del Antiguo Testamento. Cristo tenía que morir para instituir su Nuevo Testamento o Pacto, tal como hoy en día uno tiene que morir antes de que su última voluntad o testamento esté legalmente en efecto (He. 9:15-17). Pero la muerte de Cristo no solamente instituyó su Nuevo Testamento, sino que también quitó el Antiguo Testamento, o sea, la ley de Moisés.

Cuando Cristo murió, El anuló y abolió la "ley de los mandamientos expresados en ordenanzas" y "la quitó de en medio, clavándola en la Cruz" (Ef. 2:14, 15; Col. 2:14). Por esto, los cristianos no están obligados a guardar el sábado, es decir, el séptimo día, como día de reposo (Éxodo 20:10). Tampoco celebran las lunas nuevas, los días de fiesta y otras observaciones de la ley antigua (Col. 2:16). Pablo dice que los que enseñan la necesidad de guardar una parte de la ley están obligados a guardar toda la ley, y que haciendo esto, están desligados de Cristo y caídos de la gracia de Dios (Gál. 5:3-4). Así que, uno que manda que guardemos el sábado debe mandar también la circuncisión, el sacrificio de animales y lo demás de la ley de Moisés. Pero la muerte de Jesús ha quitado toda la obligación y propósito de guardar la antigua ley. Su cruz es la frontera entre la Era Judaica y la Era Cristiana. No obstante, el Antiguo Testamento todavía tiene valor como la palabra de Dios y se debe estudiar para ejemplo y admonición (Ro. 15:4; 1 Co. 10:11).

LA LEY DEL NUEVO TESTAMENTO

Aunque no estamos obligados a guardar la ley de Moisés en la Era Cristiana, esto no nos da la libertad de robar, matar ni cometer el adulterio. Estos principios de la moralidad se enseñan aún más explícitamente en el Nuevo Testamento (Mt. 5:21, 22, 6:27, 28; Gál. 5:19-21). La iglesia del primer siglo, bajo la dirección de los apóstoles y el Espíritu Santo, se reunía para la adoración e instrucción el primer día de la semana; o sea el día domingo, no el sábado, el séptimo día (Hch. 20:7; 1 Co. 16:1-2).

Así es que nosotros que vivimos en la Era Cristiana debemos dar nuestra lealtad y obediencia a Cristo y a su voluntad que se revela en el Nuevo Testamento. El escritor del libro de Hebreos nos advierte que la desobediencia premeditada o voluntaria al Nuevo Pacto de Cristo será castigada más severamente que la desobediencia de la antigua ley (He. 10:26-31). Cristo es "el autor de eterna salvación a todos los que le  obedecen (He. 5:9). “La ley fue dada por medio de Moisés, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo" (Juan 1:17). Por esto, tenemos que seguir al Nuevo Testamento para conocer y hacer la voluntad de Dios para nosotros hoy en día. Cristo reveló su Nuevo Pacto por medio de la enseñanza de los apóstoles. El prometió enviarles el Espíritu Santo para recordarles todo lo que Él les había dicho en la tierra y para guiarlos a toda la verdad(Juan 14:26; 16:13).

Cincuenta días después de la muerte de Jesús, el día de la fiesta judía de "Pentecostés", el Espíritu Santo descendió sobre los apóstoles y ellos comenzaron a predicar la voluntad de Cristo (Lc. 24:45-49; Hch. 1:8; 21-47). Las personas que obedecieron los mandamientos de Cristo recibieron el perdón de todos sus pecados y fueron añadidas a la iglesia, o el reino de Cristo (Hch. 2:47; Col. 1:13), y de esta forma la iglesia se extendió por toda la tierra.

La iglesia ha de perdurar por toda la Era Cristiana (Ef. 3:21). Esta época ha durado por un período de más de 1.900 años y continuará hasta que Cristo venga por segunda vez (He. 9:24-28).


SIETE PROMULGACIONES DE LA LEY DIVINA
1.       Escrita en la naturaleza                                                             Salmo 19:1
2.       Escrita en la conciencia                                                            Romanos 2:15
3.       Escrita en tablas de piedra                                                       Éxodo 24:12
4.       Cristo, la palabra viviente                                                         Juan 1:14
5.       Todas las escrituras                                                                   Romanos 15:4
6.       Escrita en el corazón                                                                 Hebreos 8:10
7.       Los cristianos como epístolas vivientes                 2 Corintios 3:2-3

PERÍODO INTERTESTAMENTARIO  (400 años de silencio)

¿Qué Sucedió En Los Siglos Entre Los Testamentos?

Los cuatrocientos años entre la profecía de Malaquías y el advenimiento de Cristo, son frecuentemente descritos como un período de "silencio", pero la verdad es que estuvieron saturados de actividades.
En este período, Dios preparó el escenario mundial para la venida de su amado Hijo. Cuando observamos el curso de los acontecimientos mundiales, especialmente los relacionados con el imperio griego y la helenización, y también con el imperio romano, podemos ver claramente la mano de Dios que ordena el escenario para la venida del Señor Jesús y la propagación del evangelio a todo el mundo.
Ningún profeta, cuyos escritos estén incluidos en la Biblia, se levantó en Israel durante aquellos siglos. El Antiguo Testamento se consideraba como un canon completo.

PERÍODOS EN EL PARÉNTESIS INTERTESTAMENTARIO

1.     PERÍODO PERSA (430-332 A. C.)

Cuando se cierra el Antiguo Testamento con el libro de Malaquías, Judea era una provincia persa, y lo fue durante 100 años después. De este período posterior poco se sabe en la historia judía. En general, se puede decir que el dominio persa era en su mayor parte moderado y tolerante, y que los judíos gozaban de bastante libertad (Manual, Halley).

2.     PERÍODO GRIEGO (331-167 A. C.)

Entre 336 y 331 a. C. Alejandro Magno conquistó el mundo entero. Su padre -el rey Filipo- había muerto inesperadamente. Alejandro ascendió al trono de Macedonia cuando tenía sólo 20 años de edad. Recibió una sólida formación de parte del filósofo Aristóteles, lo cual le hizo muy sensible al arte y a las ciencias. En su comitiva siempre se hacía acompañar por los más grandes sabios, quienes iban realizando una labor de acopio cultural. Alejandro era un joven con una personalidad arrolladora y una ambición sin límites. En 334 dejó a Antípater como regente en Macedonia y se trasladó al Asia Menor con un ejército de 40.000 hombres para enfrentarse a Darío Codomano, rey de Per-sia. A pesar de tener un ejército diez veces menor, lo venció en dos ocasiones (en Gránico e Isos). En seguida, Alejandro conquistó la costa oriental del Mediterráneo. En 332 se apoderó de Tiro, la gran ciudad marítima de los sidonios, lo cual le sirvió de base para el dominio de todos los pueblos de Palestina. (Para la importancia de Tiro como centro comercial ver Ezequiel 26-28).
En su invasión de Palestina mostró gran consideración hacia los judíos, dejó intacta Jerusalén, y ofreció garantías a los judíos para que se estableciesen en Alejandría. Los entretelones de esta simpatía por los judíos son bien interesantes. Según el historiador judío Flavio Josefo, Dios le habría mostrado antes, en una visión, su entrada a Jerusalén, y también habría preparado al sumo sacerdote judío para recibirlo en paz. En efecto, cuando entró a Jerusalén le esperaban todos los sacerdotes con sus vestimentas ceremoniales. Alejandro se postró delante del sumo sacerdote en reconocimiento al Dios cuyo nombre éste llevaba inscrito en la frente. Los judíos mostraron a Alejandro las profecías de Daniel que apuntaban a su persona, lo cual acabó por convencer a Alejandro de su carácter de escogido.
Siria y Egipto se sometieron al joven conquistador sin resistencia. En Egipto asumió el lugar de faraón y dios de los egipcios ('hijo de Amón'); fundó la ciudad de Alejandría y se preparó para la campaña del este.
Primeramente, tomó la ciudad siria de Damasco, donde se apoderó de los tesoros del rey Darío. Luego, venció a Darío en Gaugamela, Asiria. Tomó luego las espléndidas ciudades del Oriente: Susa, la capital del imperio Medo-Persa; Persépolis y Ecbatana. Llegó hasta cerca del río Ganges en la India entre 330 y 328. Contra lo que su maestro Aristóteles le había enseñado, en cuanto al riguroso helenismo, Alejandro, adoptó muchas de las costumbres orientales. Adoptó también el modelo medo-persa en cuanto a su sistema de gobierno y en lo cultural. Se casó con mujeres persas, y dio mujeres persas a sus hombres.
En 323, cuando se preparaba para su expedición a Arabia, murió de un violento ataque de malaria. Su muerte hizo temblar todo el imperio. Tenía 33 años. Sus funerales duraron 2 años.
Tras la muerte de Alejandro, durante 22 años, el imperio estuvo en manos de los sátrapas. Pero en 301, por la muer-te de muchos de ellos y los forcejeos entre los líderes más ambiciosos se llegaron a conformar cuatro grandes áreas.
Es así como el imperio pasó a cuatro de sus generales (diádocos = sucesores). En Tracia y parte de Asia Menor quedó Lisímaco. En Macedonia y Grecia quedó Casandro. En el oriente, Siria le tocó a Seleuco, y Egipto a Tolomeo. Palestina, situada entre ambos, se vio involucrada en muchas guerras, pero fue primeramente de Egipto (entre 323 y 203, unos 120 años), bajo el reinado de Tolomeo Sóter, y luego de Tolomeo II Filadelfo. Bajo los reyes de Egipto (los Tolomeos), la suerte de los judíos fue, por lo general, pacífica. Los que estaban en Egipto edificaron sinagogas en todas las colonias.
Tolomeo Filadelfo se interesó por apoyar la cultura y la literatura de los pueblos. Durante este período la ciudad de Alejandría llegó a ser un centro de gran influencia judía. Por orden suya, se produjo la versión griega del Antiguo Testamento, llamada Septuaginta, entre 280 y 150 a. C. El rey pidió al sumo sacerdote Eleazar que le enviara a Alejan-dría setenta eruditos hebreos para realizar dicha obra. Esta traducción permitió que todo el mundo conocido en la época – que conocía la lengua griega – leyera las Sagradas Escrituras.
En 198 a. C., Antíoco III el Grande reconquistó Palestina para los seléucidas. Poco después el rey Antíoco IV Epifanes, enemigo acérrimo de los judíos, hizo un esfuerzo salvaje y decidido para exterminarles a ellos y a su religión. (Éste se llamó a sí mismo "Teos Epífanes" - dios manifiesto).
En 168 a. C., luego de fracasar en una embestida a Egipto Antíoco desahogó su frustración contra Jerusalén. Destruyó los muros de la ciudad, profanó el templo (que fue llamado 'Templo de Júpiter Olímpico'), sacrificó una cerda sobre el altar, erigió un altar a Júpiter, prohibió el culto del templo y la circuncisión, destruyó todos los ejemplares de la Escritura que fueron hallados, mató a todo aquel que las poseyera, vendió como esclavos a miles de familias judías y recurrió a toda forma imaginable de tortura para obligar a los judíos a que renunciaran a su religión. La figura de Antíoco Epífanes tiene gran valor profético, porque las profecías de Daniel 8:9-14 y 11:21-35apuntaban a su persona. Por lo demás, la figura de Antíoco apunta también al Anticristo (Mateo 24:15), de quien es un tipo o antecedente.
Las atrocidades cometidas por este rey condujeron al sublevamiento de los macabeos, una de las hazañas más heroicas de la historia de la humanidad.

CONTRIBUCIÓN DEL PERÍODO GRIEGO AL CRISTIANISMO

La cultura y, específicamente, la lengua griega, que llegó a ser el idioma universal. En este idioma se universalizó la Palabra escrita de Dios:
a.         El Antiguo Testamento, por la versión Septuaginta, y,
b.         El Nuevo Testamento, escrito totalmente en griego.
El historiador Carl Grimberg evalúa así el aporte de los griegos al cristianismo y la humanidad. "Cuando Alejandro Magno abrió las puertas de Oriente al espíritu emprendedor de los occidentales, se desarrolló el comercio y nació la cultura a escala mundial. La cultura griega penetró en Oriente y experimentó allí algunas modificaciones que la hicieron más apta para conquistar el mundo. La cultura egipcia y babilónica, en particular la astronomía caldea, la doctrina de Zoroastro (lucha del principio del bien y el mal), el culto israelita a Jehová y su doctrina sobre el pecado y el perdón, todo penetró hondamente en la conciencia del mundo. El griego helenístico - lengua a la que fue traducido el Antiguo Testamento - llegó a ser el idioma universal de la época, como más tarde lo serían sucesivamente el latín, el francés y el inglés…

3.     UN INTERVALO: LA INDEPENDENCIA MACABEA o Asmonea (167-63 a. C.)

Matatías, sacerdote del linaje de Asmón, un valeroso patriota judío, enfurecido por los intentos de Antíoco Epifanes de destruir a los judíos, reunió a un grupo de judíos leales y alzó la bandera de la sublevación. Tuvo cinco hijos heroicos y guerreros: Juan, Simón, Judas, Eleazar y Jonatán. Su hijo Judas Macabeo ('martillo') reconquistó Jerusalén en 165 y purificó y reconsagró el templo. Esto dio lugar a la fiesta de la purificación o de la dedicación (Hannukah) que se conmemoraba en tiempos del Señor (Juan 10:22). Hoy se celebra el 25 de diciembre, coincidiendo con la Navidad.
Judas reunió en sí mismo la autoridad sacerdotal y civil, y de esta manera estableció la sucesión asmonea de sacerdotes - gobernadores, que durante 100 años encabezaron una Judea independiente. Los macabeos continuaron su lucha contra Siria y las naciones vecinas que amenazaban a Israel. Judas Macabeo murió en 161, y asumió el mando su hermano Jonatán, quien se alió con Siria, obteniendo paz y cierta libertad para Judea. Con apoyo sirio, Jonatán asumió como sumo sacerdote y gobernador de Judea entre 150 y 144, año en que fue asesinado por los sirios. En 142, su hermano Simón echó definitivamente a los sirios, logrando la independencia casi total de Judea. Simón renovó el pacto con Roma que habían hecho sus hermanos Judas y Jonatán. Entretanto, el poderío romano se iba extendiendo. (Para mayores detalles, consultar el libro de 1 Macabeos en la Biblia Católica).

4.     Hechos importantes del período Macabeo

a.       Los gobernantes ganaron una posición hereditaria. Con Simón Macabeo, el Sanedrín aprobó el sumo sacerdocio hereditario a perpetuidad. Los sacerdotes asmoneos gobernaron Judea hasta los días de Herodes el Grande (37 a. C).
b.       Expansión de la helenización (influencia griega). A partir de Juan Hircano, hijo de Simón, la posición del sumo sacerdote tuvo más importancia política que religiosa. Juan Hircano y sus sucesores se apartaron cada vez más de la tradición judía, y trataron de gobernar al país al estilo de otros reyes de la época. Contaron para ello con el apoyo de la aristocracia ambiciosa. Juan Hircano cambió los nombres judíos de sus hijos por nombres griegos, y sus sucesores se amoldaron cada vez más al helenismo. Juan Hircano primeramente era fariseo, pero luego se hizo saduceo, influido por la cultura griega. Bajo su gobierno Judea experimentó un proceso de expansión territorial y fortalecimiento. Fue tal el engrandecimiento de Juan Hircano, que se autodenominó "rey de Israel", título que conservaron los judíos hasta que Roma se apoderó del país.
c.        Recuperación del territorio judío. Bajo el gobierno de su hijo Alejandro Janeo (103-78), los judíos volvieron a poseer todo el territorio que habían logrado dominar en el tiempo de David y Salomón. No obstante, éste fue el más cruel e impío de todos los sumos sacerdotes. (Dio muerte a más de 50.000 judíos). En esta época, Galilea fue judaizada, pero los samaritanos no aceptaron cambios, por lo que aún cien años más tarde eran enemigos de los judíos.
d.       Surgen los fariseos y saduceos. La influencia helenizante entre los judíos dio origen a dos partidos: los fariseos, que defendían la antigua fe, y los saduceos, amantes de la filosofía secular y helenista.
e.       Otros hechos importantes asociados con este período:
·         La profanación de Antíoco Epifanes ocupa un lugar muy especial en la profecía bíblica, debido a su analogía con el anticristo.
·         La sublevación de los Macabeos dio pie para que los judíos en tiempos de Cristo esperasen a un Mesías político a semejanza de ellos. Las hazañas de los macabeos estaban muy frescas en la memoria de todos los judíos.

1.     PERÍODO ROMANO (63 a. C.)

Los romanos tuvieron un desarrollo acelerado en los últimos tres siglos antes de Cristo. En 146 a.C. el imperio romano constaba de siete provincias: Sicilia, Córcega, Cerdeña, España, Francia, África y Macedonia; y ya para el 133 Asia Menor se había constituido en la octava provincia romana.
Roma empieza a intervenir en los asuntos de Judea. Pompeyo conquistó Siria y Palestina en 63 a.C. Depuso al último sacerdote macabeo, Aristóbulo II, y lo llevó cautivo a Roma. Antípater (de Idumea) fue nombrado gobernador de Judea.
Cuando nació el Señor Jesús, Judea era una subprovincia romana de Siria. En el año 40 a. C., César Augusto nombró a Herodes el Grande como rey de los judíos (37 - 3 a.C.).

APORTES DE ROMA AL CRISTIANISMO

Ø  Gobierno y paz mundiales: Había en el mundo romano un sentimiento cosmopolita. El mundo estaba globalizado y prácticamente sin fronteras, lo cual facilitó la difusión de la fe cristiana.
Ø  Gobierno permanente (estable), con una ejemplar administración de justicia: el Derecho romano. El apóstol Pablo se vio muchas veces favorecido por estas condiciones sociopolíticas.
Ø  Buenas carreteras: La red de carreteras romanas cruzaba todo el imperio, desde España hasta el Éufrates; desde Alemania hasta África. Esto hizo de la época romana la más comercial e internacional de la historia.
El erudito cristiano Wilton M. Nelson evalúa de la siguiente manera el aporte de los romanos a la difusión del evangelio: "La unión de tantas razas y pueblos bajo un imperio ayudó a derribar las barreras raciales y culturales y a unificar la raza humana. En estas condiciones el mundo habría de escuchar la predicación de la doctrina de que en Cristo, 'no hay griego ni judío... bárbaro ni escita, siervo ni libre' sino que todos los creyentes son uno en Cristo".
Ralph Earle, por su parte, lo plantea muy gráficamente: "En muchos sentidos fue para Pablo más fácil viajar por el territorio del Mediterráneo que lo sería para un misionero hoy día. Podía ir de un territorio a otro sin ser detenido en las fronteras por los oficiales de aduana". (En "Conozca su Nuevo Testamento").

VIDA RELIGIOSA DE PALESTINA EN EL TIEMPO DEL SEÑOR JESÚS

Se estima que la población de Palestina en la época del Señor Jesús era de cerca de un millón de personas. En la sociedad israelita de ese tiempo había tres clases sociales: una alta (jefes políticos y religiosos, grandes comerciantes y terratenientes, publicanos), una media (comerciantes y artesanos, sacerdotes y escribas) y otra pobre (jornaleros, mendigos, leprosos, esclavos).
Los principales oficios eran la agricultura, la ganadería, la pesca (en el lago de Galilea), trabajos artesanales (alfarería, zapatería, carpintería, albañilería) y el comercio. La atención del templo daba trabajo a un gran número de sacerdotes y levitas.

5.     Prácticas religiosas y filosofías grecorromanas imperantes

a.       Adoración de reyes y emperadores: Alejandro Magno fue adorado como dios en Egipto ("hijo de Amón"), en Babilonia (ofreció a Marduk). Seleuco llevaba el nombre de Kirios (Señor). Tolomeo ostentaba el título de Soter (Salvador), y Antíoco IV Epífanes se hizo llamar "Teos Epífanes".
b.       Religiones y filosofías que dominaban el pensamiento pagano en el tiempo del Señor Jesús
Ø  Religiones de misterios y ocultismo: misterios eleusinos, de Isis y Osiris de Egipto, de Dionisos (Baco) el mitraísmo y prácticas de ocultismo y hechicería. (Ver Hechos 8:9-11; 16:16; Gál. 5:20; Ap. 9:21).
Ø  Filosofías que chocaban con la fe cristiana en el primer siglo: El platonismo y sus derivados, el humanismo aristotélico, el gnosticismo, el epicureísmo y el estoicismo. (Hch. 17:18).

6.     La Religión oficial: El judaísmo

a.       La fe monoteísta del judaísmo se afirmó después del exilio babilónico
b.       El exilio en Babilonia depuró la fe judía, limpiándola de la idolatría a que se inclinaba antes. La instrucción individual cobró gran importancia con el surgimiento de las sinagogas y los escribas.
c.        El Antiguo Testamento, base de la religión judía
d.       El escriba Esdras fue el recopilador de los 39 libros del Antiguo Testamento, que se dividían en tres cuerpos principales: Ley o Pentateuco, los Profetas y los Escritos.
e.       Además de las Escrituras, los judíos utilizaban el Talmud, el comentario de la Ley, escrito a partir del 300 a. C. Éste se componía de:
Ø  El Midrás (tradición oral),
Ø  La Misná (versión escrita) y
Ø  La Guemara (aplicación práctica de la Ley).
f.        También usaban la Septuaginta, versión griega del AT, formada por 46 libros, que incluye siete de los llamados "apócrifos": Tobías, Judith, Baruc, Eclesiástico, I y II de Macabeos y Sabiduría, además de algunas secciones griegas de Ester y Daniel.
g.       Los libros apócrifos
Ø  Entre el año 400 a. C. y el inicio del Nuevo Testamento, hubo silencio en cuanto a la revelación escrita de Dios. Después de Malaquías, no hubo más profetas en Judá. En este período apareció una serie de libros que no fueron aceptados como inspirados ni por los judíos ni por la iglesia primitiva. Son los libros apócrifos (que en griego significa literalmente "oculto", o "secreto"). Los judíos usaban este término para referirse a escritos dudosos, falsificados o bastardos.
h.       Al final del primer siglo de la era cristiana, los rabinos judíos aprobaron un canon del Antiguo Testamento en la ciudad de Jamnia, Palestina. Cerraron el canon con los profetas Esdras, Nehemías y Malaquías. No reconocieron los apócrifos.
i.         Los libros apócrifos son catorce: 1 y 2 Esdras, Tobías, Judit, el suplemento de Ester, Sabiduría, Eclesiás-tico, 1 y 2 Macabeos, Baruc, El cántico de los tres jóvenes, La historia de Susana, Bel y el dragón, y la ora-ción de Manasés. La iglesia católica en el concilio de Trento (1546) aceptó 11 de estos 14 libros, y los llamó "deuterocanónicos" (o del segundo canon). Los evangélicos nunca los han aceptado, excepto como material de investigación.

7.      ¿Por qué los libros apócrifos no fueron aceptados por los judíos y los cristianos?

Ø  Sus escritores no eran reconocidos como profetas. Algunos autores de los apócrifos reconocen que escriben por su cuenta y no pretenden ser inspirados (2 Macabeos 15:38-39; Eclesiástico 33:16).
Ø  Su contenido es dudoso y controversial: Enseñan - entre otras cosas - la práctica de orar por las almas de los muertos (2 Macabeos 12:39-46), apoyando la idea del purgatorio; que el perdón de los pecados se alcanza por la limosna (Tobías 12:9), el culto a los muertos (Tobías 4:17). Algunos resaltan prácticas inmorales como la mentira y la seducción.
Ø  Ni Jesús ni los escritores del Nuevo Testamento hicieron uso de ellos, como lo hicieron de los 39 libros del Antiguo Testamento.
Ø  Los padres de la iglesia no los tomaron como inspirados.
Ø  Existen errores en fechas, lugares y otros datos. En algunas de sus declaraciones, los apócrifos no concuerdan con el testimonio escritural. Su carácter en cuanto a estilo literario es de un plano inferior al de los libros de la Biblia.
Ø  Algunas citas: "Con toda tu alma honra al Señor y reverencia a los sacerdotes" (Eclo. 7:31). "Si obras el bien, mira a quién" (Eclo. 12:1). "Da al piadoso y no socorras al pecador" (Eclo. 12:4). "Alabemos a los varones gloriosos y a nuestros padres ... muchos de ellos dejaron gran nombre para que se canten sus alabanzas" (Eclo. 44:1,8). "Era yo un niño de buen natural, que recibió en suerte un alma buena. Porque era bueno, vine a un cuerpo sin mancilla" (Sab. 8:19-20). "Pues los animales terrestres se mudan en acuáticos y los que nadan caminan sobre la tierra" (Sab. 19:18).

8.     Instituciones y sectas judías

a.       El templo: El templo de Jerusalén era el lugar de adoración y el punto de convergencia de todos los judíos. Allí los sacerdotes ofrecían los sacrificios, y se celebraban las fiestas. El templo original, levantado por Salomón, fue destruido por los babilonios (587 a. C). El segundo templo fue construido por Zorobabel al regreso de Babilonia (536-516). Este sufrió ataques, saqueos y profanaciones a manos de Antíoco Epífanes (168), Pompeyo (63) y por Craso (54). A partir del año 20 a.C. Herodes erigió un fastuoso templo de mármol y oro, que estaba en pie en días del Señor Jesús. El templo estaba allí, pero no la presencia de Dios. Por eso, el Señor le llamó "cueva de ladrones". Fue destruido totalmente en el año 70 de nuestra era. Este templo no es válido en el recuento profético, por haber sido levantado por manos profanas. Aunque algunos le llaman el "tercer templo", en realidad, el tercero aún no se ha construido.
b.       Las sinagogas: (Gr. synagogue, asamblea). Aparecieron en los días del cautiverio, cuando los judíos habían perdido su templo, y la nación estaba dispersa. Eran lugares donde se leía la Torá y el Talmud. Se establecieron en cada lugar donde hubiera una comunidad judía. Cuando regresaron a Palestina, los judíos trajeron sus sinagogas. Toda ciudad importante tenía una o más. En Jerusalén, a pesar de estar allí el templo, había muchas. Se dice que para el año 70 d. C. había unas 400. Las presidía una junta de ancianos. Jesús y los primeros cristianos judíos asistían a ellas. (Mt. 13:54, Mr. 1:21, Jn. 6:59, Hch. 13:5,14, 14:1; Stg. 2:2,3).
c.        El Sanedrín: Se cree que surgió en el siglo III a. C. Funcionaba en Jerusalén. Estaba compuesto por 70 miembros, sacerdotes y nobles saduceos, algunos fariseos, escribas y ancianos, bajo la presidencia del sumo sacerdote. El poder de este concilio era muy limitado, como se ve en el juicio contra el Señor (Mt. 27:1-2). No obstante, tenía autoridad sobre los problemas religiosos (Hch. 9:1-2; 22:5). Terminó con la destrucción de Jerusalén, en 70 d. C.
d.       Los fariseos: Se cree que esta secta surgió en el siglo II a. C., en los días de Juan Hircano. En ese tiempo los judíos habían comenzado a ser helenizados; entonces aparecieron los hasidim, líderes judíos que permanecieron fieles a la ley de Moisés en tiempos en que muchos se sometían al helenismo impuesto sobre Judea por los griegos y los sirios. Los fariseos se consideraban herederos de los hasidim. Su propósito era conservar su integridad nacional y la conformidad estricta a la ley de Moisés. Mezclaban un fervoroso patriotismo con la devoción religiosa. Más tarde se convirtieron en una secta formalista e hipócrita de justicia propia. Representaban el grupo con más autoridad entre el pueblo. Eran influyentes y participaban en la dirección política. Fueron enemigos de las enseñanzas de Jesús, pero algunos se convirtieron al evangelio. Se reunían en las sinagogas.
e.       Los saduceos: Surgieron por el mismo tiempo de los fariseos. Pero a diferencia de aquellos, éstos estaban a favor de adoptar las costumbres griegas, así que se pusieron del lado de los helenistas. Eran una camarilla sacerdotal aristócrata y materialista, francamente irreligiosa. No eran numerosos, pero sí ricos y de gran influencia. Colaboraban con los dominadores. No creían en los ángeles ni en la resurrección y negaban el castigo y la gloria de la vida futura (Mateo 3:7; 22:23; Marcos 12:18; Lucas 20:27; Hechos 5:17; 23:6). Racionalistas y mundanos, controlaban en gran parte el Sanedrín. Ocupaban los cargos principales del sacerdocio y del ritual del templo. Algunos los consideran los precursores de los liberales y humanistas de hoy. Aunque fueron enemigos de los fariseos por sus creencias, cuando se juzgó al Señor presentaron un frente unido con aquéllos. Se reunían en el templo.
f.        Los escribas: Eran copistas de las Escrituras, una profesión de origen muy antiguo, y de gran importancia antes de la invención de la imprenta. Probablemente surgieron en tiempos del exilio. Les correspondía copiar, estudiar e interpretar las Sagradas Escrituras, y transmitirlas al pueblo. Se les llamaba doctores, maestros o intérpretes de la ley, y eran autoridades reconocidas (Mt.13:52; 23:2, 13). Las decisiones de los escribas principales llegaron a ser ley oral o "tradición". Su interpretación de las Escrituras era literalista y tradicional, por lo que siempre estuvieron en contra del mensaje vivo de Jesucristo. Tuvieron gran influencia entre el pueblo. Enseñaban en el templo (Lc. 2.46) o en las sinagogas (Hch. 15.21). Creían en la resurrección y en los ángeles, en la venida del Mesías y en la reunión final de todas las tribus de Israel. Sus enseñanzas se conservaron en la llamada literatura rabínica, escrita después del Nuevo Testamento.
g.       Los herodianos: Este era un partido político que favorecía al déspota Herodes el Grande y a sus hijos, los cuales gobernaban las provincias palestinas bajo la autoridad de Roma. Creían que cooperando con los romanos resguardaban los intereses del país. El pueblo los aborrecía así como aborrecían a Herodes, pero gozaban de popularidad en los círculos políticos. En dos ocasiones los herodianos se unieron con los fariseos para tramar la muerte de Jesús.
Ø  Cuando sanó al hombre de la mano seca (Mr. 3:6), y
Ø  Cuando tentaron a Jesús con la pregunta acerca de los impuestos (Mt. 22:15-22).
h.       Los esenios: Los esenios no se mencionan en el Nuevo Testamento. Fueron una reacción contra el formalismo de los fariseos y la mundanalidad de los saduceos. En un mundo tan convulsionado como el de aquellos tiempos, optaron por una vida más tranquila, separada de la agitación política, religiosa y social que predominaba entre los judíos. Vivían en comunidad y eran conocidos por su laboriosidad y su piedad. Su preocupación era la conservación y propagación de las enseñanzas del A. T. Creían en las doctrinas hebreas, pero también tenían muchas creencias paganas: el determinismo universal, la adoración del sol como dios, y la re-encarnación. Su aporte más importante fue dejar en las cuevas de Qumran, a orillas del mar Muerto, copia de gran parte de los escritos del Antiguo Testamento. En el descubrimiento de los rollos del Mar Muerto (1947) se obtuvo nueva información sobre ellos. No se sabe si tuvieron contacto con Jesús y la iglesia primitiva; por lo menos no se refleja en su legado literario y arqueológico.
i.         Los Zelotes ('fanáticos', 'celosos'): También conocidos como "cananistas", eran una secta intensamente nacionalista, lo opuesto de los publicanos. Políticamente estaban en contra de los romanos y fomentaban frecuentes rebeliones y escaramuzas. Se los consideraba alborotadores. Este partido fue fundado por Judas el Galileo, quien dirigió una rebelión contra Roma en el 6.d.C. Se oponían a que Israel pagase tributo a un emperador pagano, sobre la base de que se trataba de traición a Dios, el verdadero rey de Israel. Uno de los discípulos del Señor, Simón el zelote, pertenecía a esta secta. Se les llamaba zelotes porque seguían el ejemplo de Matatías y sus hijos y seguidores, que manifestaron celo por la ley de Dios cuando Antíoco IV intentó suprimir la religión judía, y el ejemplo de Finees en el desierto (Números 25:11). Cuando fue aplastada la rebelión del 6 d. C. mantuvieron vivo el espíritu de la misma durante 60 años. Los zelotes estuvieron activos durante la guerra de 66-73 d.C.; la última plaza fuerte de los zelotes, Masada, cayó en mayo del 74 d. C. Eran fanáticos de la libertad y esperaban al Mesías como un caudillo libertador.
j.         Los publicanos: Eran judíos que por amor al dinero cobraban los tributos que exigía el Imperio Romano. A éstos no les interesaba qué métodos empleaban para cobrar los impuestos, con tal de que a las arcas del imperio entraran finalmente las cantidades presupuestadas. Los publicanos se aprovechaban de esta situación, y siempre cobraban mucho más de lo justo, porque su comisión consistía en todo lo que superaba la cantidad estipulada por el imperio. Por eso la mayor parte de los publicanos eran muy ricos, y por eso también los judíos los odiaban. No los consideraban judíos sino apóstatas. El desprecio e impopularidad hacia ellos lo manifiesta su mención junto a los pecadores (Mt. 5:46; 21:31).