martes, 14 de mayo de 2013


JUECES DE ISRAEL t.

1- OTONIEL

 

Dios es poderoso.

Hijo de Cenaz y hermano, o medio hermano, de Caleb el hijo de Jefone cenezeo (Jos. 15:17; 1 Cr. 4:13).

Caleb prometió dar su hija Acsa en casamiento a quien se apoderara de Debir (Quiriat-sefer).

Otoniel llevó a cabo esta empresa y se casó con Acsa (Jos. 15:15-17; Jue. 1:11-13).

Más tarde, este guerrero liberó a Israel de la tiranía de Cusan-risataim rey de Mesopotamia, y vino a ser juez. Israel tuvo, bajo su gobierno, cuarenta años de paz (Jue. 3:8-11).

2- AOD

Juez libertador del pueblo de Israel que Jehová les levantó para que los librase del rey de Moab.

Juez libertador del pueblo de Israel que Jehová les levantó para que los librase del rey de Moab.

Aod era zurdo (Jue. 3:15). Este juez reunió a los israelitas y los organizó, y así pudieron acabar con el ejército de sus enemigos (Jue. 3:27-29).

Por medio del buen gobierno de Aod el pueblo tuvo ochenta años de paz (Jue. 3:30).

3- SAMGAR

 

Hijo de Anat (Jue. 3:31).

Poco antes de la época de Débora, los israelitas evitaban los caminos por temor a los filisteos, y se deslizaban por senderos escondidos (Jue. 5:6).

Samgar, atacando a los opresores, mató a seiscientos de ellos con una aguijada de bueyes, y contribuyó con ello a la liberación de Israel (Jue. 3:31).

No lleva el título de juez, y la cronología no indica ningún período asociado con su nombre.

4- DÉBORA

 

Abeja.

Profetisa y esposa de Lapidot, que juzgó a los israelitas y habitó bajo una célebre, y acaso, solitaria palmera entre Rama y Bet-el (Jue. 4:4, 5).

Cuando los judíos, especialmente los de las tribus del norte, sufrían bajo la tiranía de Jabín (1296 a.C.),

Como profetisa se empeñó en levantarlos de su abatimiento, y enviando por Barac lo indujo a atacar a Sísara y le prometió la victoria. Barac, sin embargo, rehusó ir a menos que ésta le acompañase, cosa a que Débora accedió; pero le dijo que el éxito de la expedición sería imputado a una mujer y no a él.

Después de la victoria compuso un espléndido canto triunfal, que se conserva en Jue. 5 y que es una de las páginas más antiguas de la literatura bíblica.

5- GEDEÓN

 

Cortante.

Hijo de Joás, de la familia de Abiezer, de la tribu de Manasés; vivía en Ofra (Jue. 6:11). Mientras sacudía el trigo en el lagar, en Ofra, para sustraerlo a los bandidos madianitas, el ángel de Jehová lo llamó para que librara a su pueblo (Jue. 6:12-24). Gedeón ofreció inmediatamente un sacrificio (Éx. 20:24).

Aquella misma noche derribó el altar de Baal, que pertenecía a su padre, y erigió un altar a Jehová (Jue. 6:25-27).

Los habitantes de la ciudad exigieron la muerte de Gedeón, pero su padre argumentó que Baal mismo debía defender su causa, si era dios.

Gedeón recibió el nombre de Jerobaal: «Que Baal contienda».

Gedeón convocó a los hombres de Manasés, de Aser, de Zabulón y de Neftalí (Jue. 6:35).

Dudó sin embargo acerca de responder al llamamiento, hasta que quedó confirmado por el doble milagro del vellón de lana (Jue. 6:36-40).

Redujo el número de su tropa de 32.000 hombres a 300, a fin de que la gloria de la victoria no fuera atribuida al hombre, sino a Dios.

Atacó después el campamento de los madianitas, que estaba en el valle de Jezreel (Jue. 6:33), cerca del collado de More (Jue. 7:1).

En su desbandada, los madianitas huyeron en dirección al Jordán y hacia su país (cerca del golfo de Ákaba) (Jue. 7:24-8:3).

Gedeón y sus hombres persiguieron a los madianitas hasta los confines del desierto; tomaron prisioneros a los dos reyes de Madián, y después Gedeón les dio muerte (Jue. 8:4-21).

Los israelitas quisieron ofrecer la corona a Gedeón, que la rechazó, reafirmando el principio teocrático: Jehová era el rey de Israel (Jue. 8:22).

Entonces, Gedeón se hizo un efod con los pendientes de oro de los madianitas.

Lo puso en Ofra, en el lugar que Jehová se le había aparecido y donde le había ordenado erigir un altar a Jehová para ofrecerle un holocausto (Jue. 6:12, 26).

Es evidente que los grandes privilegios dados a Gedeón le indujeron a pensar que le estaba abierto el camino al sacerdocio, teniendo como el sumo sacerdote el derecho a consultar a Dios por el pueblo mediante el efod.

Esta falta de prudencia tuvo funestas consecuencias: el efod vino a ser un lazo para él mismo, para su familia, y para todo Israel (Jue. 8:24-27; cp. Lv. 20:6).

Gedeón tuvo numerosas esposas y 70 hijos, incluyendo el nefasto Abimelec.

Gedeón murió a una edad avanzada (Jue. 8:29, 32; He. 11:32).

6- TOLA

 

Gusano.

Hijo de Fúa, de la tribu de Isacar; juzgó a Israel durante veintitrés años.

Vivía en Samir, en el monte de Efraín (Jue. 10:1, 2)

7- JAIR

 

Él iluminará.

Galaadita que juzgó Israel durante veintidós años (Jue. 10:3-5); tuvo treinta hijos, y treinta ciudades en tierra de Galaad.

8- JEFTÉ

 

Él abrirá, liberará.

Este hombre era galaadita en dos sentidos: su padre se llamaba Galaad, y Jefté pasó su juventud en Galaad.

Sus hermanos, nacidos de la esposa legítima de su padre, echaron de casa a Jefté, porque era hijo ilegítimo (Jue. 11:1-3).

Se resintió profundamente de este comportamiento.

Muchos años más tarde, acusó a los ancianos de Galaad, entre los cuales quizá se hallaban algunos de sus hermanos, de haberle aborrecido (Jue. 11:7).

Jefté huyó al país de Tob, donde se dedicó a la caza para vivir.

Su valor se hizo proverbial, y llegó a ser jefe de una banda. Sería una falsedad presentarlo como bandolero fuera de la ley, puesto que Jefté no carecía de sentido moral, ni expediciones injustificadas. Tenía reverencia hacia Dios, y así enseñó a su hija. Su respuesta demostró que los israelitas no tenían otro remedio que recurrir a las armas. La victoria era incierta desde el punto de vista humano.

En la época de la expulsión de Jefté, los amonitas invadieron el territorio de Israel al este del Jordán, y se mantuvieron en él durante 18 años.

En su angustia, los ancianos de Galaad se vieron en el extremo de tener que implorar el retorno de aquel mismo hombre que habían expulsado, y de suplicarle además que fuera su caudillo y libertador.

Al ponerse a la cabeza de los galaaditas, Jefté informó a los efrainitas, su tribu vecina, del apuro de Galaad, y los exhortó a que socorrieran a sus hermanos, pero sin resultado alguno. Pidió también al rey de los amonitas la razón de su hostilidad.

Su respuesta demostró que los israelitas no tenían otro remedio que recurrir a las armas. La victoria era incierta desde el punto de vista humano.

Jefté hizo entonces un imprudente voto de ofrecer en holocausto a cualquiera que saliera a recibirle de su casa, si el Señor entregaba en sus manos a sus enemigos.

Al volver de la derrota de los amonitas, Jefté fue recibido con panderos y danzas por su hija única.

Quedó profundamente afectado, pero no cambió su voto.

Es probable que fuera sacrificada. Sin embargo, la Ley prohibía con tanta firmeza estos sacrificios (Dt. 12:31; 18:10; cf. 2 R. 3:27) que se puede estar seguro que en tal caso Jefté no cumplió en esto la voluntad de Dios.

Añadamos que, según numerosos exegetas, pudo haberla redimido con plata (Lv. 27:1-8; Dt. 18:9-12) y consagrado a un celibato perpetuo.

Las hijas de Israel adoptaron la costumbre de lamentar cuatro días al año su triste suerte.

Aunque no hubiera sido sacrificada, la virginidad perpetua sería una inmensa tragedia para una israelita (Gn. 30:1; 1 S. 1:5, 6, etc.).

Estalló entonces un conflicto entre Jefté y los efrainitas que con su soberbia característica se quejaron de no haber sido convocados por Jefté contra Amón (Jue. 8:1-3).

Jefté rebatió sus acusaciones, y los derrotó en batalla, haciendo una gran matanza de ellos (Jue. 12:4-6).

Jefté fue juez de Israel durante seis años, y fue sepultado en una de las ciudades de Galaad (Jue. 12:7). Décimo juez de Israel, oriundo de Belén y jefe de numerosa familia.

Samuel hace mención de él para demostrar que el Señor había cumplido Su promesa de suscitar liberadores cuando Israel se hallase oprimido (1 S. 12:11).

En la epístola a los Hebreos se halla Jefté entre lo héroes de la fe (He. 11:32).

9- IBZÁN

 

(Probablemente «veloz»).

Décimo juez de Israel, oriundo de Belén y jefe de numerosa familia.

La tradición rabínica lo identifica con Booz (Jue. 12:8-10).

10-ELÓN

 

Juez que gobernó a Israel durante diez años y fue enterrado en Ajalón tierra de Zabulón (Jue. 12:11).

Este legislador del pueblo de Dios provenía de la tribu de Zabulón

11- ABDÓN

 

Hijo de Hilel, de Piratón, juzgó ocho años a Israel.

Tuvo muchos descendientes y prosperidad (Jue. 12:13-15).

12-SANSÓN

 

Pequeño sol.

Uno de los jueces israelitas más destacados. Hijo de un danita llamado Manoa, nació en Zora, localidad del territorio meridional de Dan.

El ángel de Jehová predijo el nacimiento de Sansón, y anunció que libraría a Israel del yugo filisteo. Nazareo desde su nacimiento, Sansón no debía beber ni vino ni cualquier otro tipo de bebida fermentada, y no debía pasar navaja sobre su cabeza.

En tanto que observó el voto de nazareato, Sansón fue victorioso sobre los filisteos (Jue. 13:1-24).

Judá y Dan, separados de las otras tribus por dificultades geográficas, especialmente por el hecho de que los jebuseos dominaban la ciudad de Jebus (Jerusalén), estaban expuestas a los ataques de los filisteos. Judá, aislada, sólo podía responder con contragolpes guerrilleros. Asiendo una quijada de asno, persiguió a los filisteos, dando muerte a mil de ellos. Sansón, ardiendo de sed, proclamó que esta liberación procedía de Jehová, a quien suplicó que le diera agua.

El Espíritu de Dios empezó a manifestarse pronto en Sansón en los campos de Dan (Jue. 13:25).

Sansón, enamorado de una filistea de Timnat, se desposó con ella, pero pronto fue entregada por su padre a otro hombre.

Entonces, el hijo de Manoa se apoderó de trescientas zorras, y las ató dos a dos por la cola, atando asimismo una tea encendida entre cada dos colas, soltándolas a continuación por las mieses de los filisteos (Jue. 14:1-15:5).

Éstos invadieron la tierra de Judá, y exigieron que Sansón les fuera entregado; él se dejó atar por los hombres de Judá, que no sabían que estaban atando a su futuro libertador.

Animado repentinamente del Espíritu del Señor, el nazareo rompió las cuerdas en el momento en que iba a ser entregado a los incircuncisos.

Asiendo una quijada de asno, persiguió a los filisteos, dando muerte a mil de ellos. Sansón, ardiendo de sed, proclamó que esta liberación procedía de Jehová, a quien suplicó que le diera agua.

Dios hizo entonces brotar agua de la cavidad de una roca. Los hombres de Judá consideraron desde entonces a Sansón como su liberador (Jue. 15:6- 20). Se dirigió a Gaza, y cayó allí en pecado.

La gente de la ciudad cerró las puertas para apoderarse de Sansón.

A medianoche salió de la ciudad, habiendo arrancado de quicio las puertas de la muralla, con sus dos pilares y cerrojo, dejando todo en la cumbre del monte que se halla frente a Hebrón (Jue. 16:1-3).

Su relación con Dalila, mujer filistea de Sorec, lo perdió.

Instigada por los príncipes filisteos, apremió a Sansón a que le revelara el secreto de su fuerza.

Al principio él le respondió con mentiras, pero finalmente le reveló que si se le cortaba la cabellera, perdería su vigor y sería como todos los otros hombres.

Dalila vendió su secreto a los filisteos.

Éstos le cortaron el cabello mientras dormía y lo prendieron con facilidad.

Sacándole los ojos, lo llevaron a la cárcel de Gaza para que hiciera girar una rueda de molino. Sansón estaba dotado de una fuerza sobrenatural.

Durante una gran fiesta en el templo de Dagón, dios de los filisteos, llevaron allí a Sansón para mostrarlo como espectáculo a la muchedumbre. Sus cabellos habían vuelto a crecer.

El interior del gran edificio estaba lleno de filisteos, y había unas tres mil personas en su terraza.

Habiendo estado en Gaza antes de haber perdido la vista, Sansón conocía el edificio. Pidió entonces al joven lazarillo que le conducía que le dejara apoyar sobre las dos columnas centrales que sostenían el techo.

Oró entonces a Jehová, y, empujando violentamente las dos columnas, una con cada mano, las hizo caer, derrumbándose toda la casa.

Sansón murió junto con un gran número de filisteos (Jue. 16:1-31).

A pesar de sus debilidades morales, figura entre los héroes de la fe (He. 11:32).

Sansón estaba dotado de una fuerza sobrenatural.

Cuando el Espíritu del Señor lo impulsó, llevó a cabo grandes hazañas. Su fuerza no residía en sus cabellos, sino en su consagración al Señor, de lo que ellos eran el símbolo.

Cuando Sansón hubo violado su consagración al Señor, no tuvo la fuerza moral para mantener su cabellera. Al perder su testimonio, el Señor lo abandonó.

La fuerza le fue restaurada en respuesta a la oración que pronunció. Este poder sobrenatural dio testimonio a los hombres de Judá que Dios había llamado a este nazareo a que fuera su libertador de los filisteos, que sintieron en sus carnes la superioridad del siervo de Jehová.

Hay críticos que han querido ver en este relato una de las leyendas que pretenden descubrir en la Biblia. Pero es cosa cierta que los antiguos hebreos consideraban a Sansón como una persona real, perteneciente a la historia anterior a Samuel y a Saúl. El relato bíblico da detalles precisos acerca de la situación de su pueblo natal, de su familia, de sus hazañas, del lugar donde fue sepultado.

Toda la vida de Sansón es una gran historia espiritual, como ejemplo que no se debe seguir de un hombre extraordinariamente dotado y que sin embargo juega con el pecado y con la paciencia de Dios.

En el momento en que se imagina, lleno de presunción: «Esta vez saldré como las otras y me escaparé», «no sabía que Jehová ya se había apartado de él» (Jue. 16:20).

De esclavo de sus pasiones vino a ser esclavo de sus enemigos hasta su muerte; perdió aquellos ojos que no habían sabido ver con claridad.

En el último momento, sin embargo, volvió al favor de Dios, que dio respuesta a su oración. No obstante, su oración delata que no estaba en plena comunión con Dios, porque estaba más deseoso de venganza por haber perdido sus ojos que por desear vindicar el nombre de Jehová frente a Dagón (Jue. 16:28). ¡Qué advertencia tan solemne! Se tiene que señalar que otros hombres del AT recibieron en circunstancias excepcionales la fuerza de llevar a cabo hazañas análogas a las de Sansón: Jonatán y su escudero, el joven pastor David dando muerte a un león y a un oso, Eleazar, Sama y Abisai (1 S. 14:1-17; 17:34; 2 S. 23:9-12, 18).